Creo que puedo afirmar, rotundamente, que es la máquina expendedora más absurda que he visto jamás. Efectivamente, queridos lectores, se trata de una máquina expendedora de vajillas… que vosotros me diréis si confiáis en que algún plato llegue sano y salvo a la bandeja de abajo. Menos mal que sólo se trata de una escultura interactiva de la pareja Yarisal & Kublitz.
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