Pues sí; una cara. De cemento. La misma cara de cemento con la que nos contó el cuento de las armas de destrucción masiva, la misma con la que nos llamó cobardes a todos los que no le votamos aquel 14-M, la misma con la que ahora nos advierte que no votar al PP equivale a querer a ETA en las instituciones. Una cara que sólo puede pertenecer a alguien cuya madre ejerza el oficio más antiguo del mundo.Y le ruego, señor Aznar, que no me malinterprete: en ningún momento de mi intervención he mencionado el término hijoputa.
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