"Me acuerdo de forma muy vívida ponerme de rodillas en mi cama cuando tenía nueve años, decirle mis plegarias y pedirle a dios que me diera unas tetas tan grandes que si me cayera de espaldas no pudiera verme los pies. Finalmente, mis súplicas fueron escuchadas. ¡Un poco de intervención divina pone en marcha el poderde las oraciones!".
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