Lo primero que llamó la atención de los agentes es que el conductor era tan bajito que apenas tenía visibilidad. Por eso decidieron parar el vehículo y descubrieron que el conductor tenía sólo 9 años y que en el asiento del copiloto iba su madre. Por si la situación no presentase suficiente riesgo para la seguridad de los ocupantes en el asiento posterior iba un bebé de tres meses, hermano del conductor, en una sillita. La progenitora permitía que el menor practicase por una urbanización de la localidad aprovechando que había poca gente.
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