Estos beneficios fiscales, ya sea en forma de exenciones, minoraciones de tipos, reducciones en la base o deducciones en la cuota suponen en la práctica una disminución sustancial de los ingresos públicos que no nos podemos permitir en este momento y sin que existan en la mayoría de los casos criterios de equidad fiscal o de eficiencia económica suficientes que los justifiquen. Los tipos efectivos de todos nuestros impuestos se sitúan muy por debajo del tipo nominal. ¿Nos podemos permitir o no perder un volumen tan ingente de ingresos públicos?
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