Nuestro cerebro no está diseñado para imaginar números demasiado grandes, ni tampoco espacios u objetos de dimensiones gigantescas (o liliputienses), porque simplemente nuestros antepasados nunca tuvieron que preocuparse de cosas así. Bastaba con poder contar a los miembros del clan o del clan enemigo, por ejemplo. Pero no tuvieron que enfrentarse nunca al tamaño del universo, o al número inabarcable de estrellas.De modo que el único atajo que tenemos para enfrentarnos a conceptos semejantes es el uso de analogías...
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