A mediados de los sesenta el crimen de tener un comportamiento afeminado hizo que miles de jóvenes fueran arrancados de las calles y parques de Cuba por la policía secreta y llevados a campos de concentración. En un lema con un paralelismo con el de Auschwitz, entre los encargados de las ametralladoras apostados en las torres de vigilancia se leía sobre la puerta en grandes letras: ‘El trabajo os hará hombres’”.
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