Entonces, en ocasiones, los libros me llaman. No es un recurso literario, es así. Son ellos, los libros que esperan, los que me susurran que les elija. Cuando esto sucede, cuando el libro me llama, lo tomo, huelo sus páginas y, poco a poco, lo conozco. Es posible que ya haya oído hablar de él y que incluso esté en mi lista infinita de libros pendientes por leer, pero no me refiero a conocer el título, la historia o el autor, sino de conocer esa edición, ese libro en especial. Acaricio sus tapas, admiro la ilustración, miro la foto de autor...
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