Hace 10 meses | Por IanCutris
Publicado hace 10 meses por IanCutris

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C

#0 Brillante artículo, compañero. Se echan en falta más así, la verdad es que me has emocionado.

La amistad, el amor, se demuestran en momentos complicados, en aquellos en que la compañía y el cuidado son más desagradables. Es fácil estar ahí en momentos alegres, pero no tanto estarlo en aquellos difíciles; no necesitamos a la gente en momentos alegres, pero sí en los difíciles. Exigimos la amistad, cuando la amistad se da, se ofrece. Exigimos que contribuyan a nuestro placer, cuando deberíamos contribuir a la mejora del otro, a la lealtad y a la dedicación, más allá del retorno. Ese es el amor de abuela, de madre, de amigo. Creo que el huir de la carga de la amistad, el rechazar los lazos que nos atan con los demás (no sólo con los amigos, sino con todos con quienes nos cruzamos, pues siempre puede hacerse un bien o, al menos, no hacer un mal) es una medida cortoplacista que nos alivia en el corto plazo, pero nos agria en el largo.

Es cierto que una ligera carga acompaña al amigo de verdad, puesto que sabe que la amistad se demuestra en esos momentos, y se siente agraciado de contribuir cuando se requiere su contribución. No hay nadie más ligero y tranquilo que el que sabe que ha cumplido con su deber, "coloso de la cotidianeidad", pues sabe que su obrar es suyo y que las acciones de otros, no. A colación con esto, creo que la verdadera amistad es inteligente, ya que a veces blanqueamos las conductas de los demás por no lidiar con la situación desagradable o las posibles consecuencias que tenga en nosotros su reacción. Es común la falta de sinceridad para eludir el sufrimiento propio y del otro, pero el reconocimiento y la explicitación de los problemas, aunque nos duelan y lo sintamos cómo un ataque, es lo que hacen los amigos.

Recuerdo a mi tío, un hombre con nulas habilidades sociales, con nulo tacto, que cada vez que abría la boca te daban ganas de no estar más en su presencia. Sin embargo, siempre te decía la verdad, jamás buscaba hacerte sentir bien o cómodo, siempre iba a la raíz del problema. Él lo sabía, sabía que siendo sincero se granjeaba tu enemistad, y que probablemente, le cogerías manía y no disfrutaría de tu presencia, tu afecto o de tu simpatía. No obstante, obraba en pos de tu bienestar. Él amaba, y es la persona con la conciencia más tranquila que he conocido. No me di cuenta hasta tarde de esto, yo era un joven que pensaba "deja de joder de una puta vez". Ahora es uno de mis ejemplos a seguir.

Mi ser más querido está atravesando un momento muy duro y el otro día escribí lo siguiente (cómo me has tocado la fibra, lo comparto):

"Cuando más se demuestra la estima es en momentos de dolor y, paradójicamente, cuando más satisfecho estoy de mi mismo es cuando no me alejo ni un centímetro en estas situaciones. A lo mejor, la evitación de estos deberes arduos y desagradables nos impide disfrutar de la posterior satisfacción de haber hecho todo lo posible. A lo mejor, el vacío de algunas vidas se debe a la renuncia de tales deberes por una persecución hedónica y primitiva de un falso placer, cómo ciegos orientándose por el calor, cómo voraces depredadores que por gula explotan los recursos que les sirven de alimento, convirtiendo fértiles tierras en estériles y muertos paramos. No hay hedonismo más verdadero ni placer más grande que la calma, el orgullo y la satisfacción de saber que has hecho todo lo posible por contribuir a mejorar la vida de otro, independientemente del resultado, el cuál no está en mis manos. Aunque sufras por siempre, siempre absorberé tu dolor, aunque no mejores, me da igual. Siempre te tuve, tú me tendrás. Me lo enseñaste, y por eso te quiero, porqué con tu amor me enseñaste a amar. "

Gracias por compartir tu reflexión.

IanCutris

#2 gracias por leer, Cald.
AHora has sido tú el que me has tocado la patata con tu comentario

los12monos

¿Y con amistad sí?

T

qué bonito escrito y qué bonito tener amigos de esta calidad en la vida!