Uno de los fenómenos más incomprensibles que se ha producido en las últimas décadas es la adhesión sin fisuras a lo que primero se llamaba lengua no sexista y ahora, lengua inclusiva. El supuesto implícito en estas propuestas es que modificando la lengua se logrará cambiar la situación de las mujeres y de otros colectivos. El hecho es que nadie ha podido aportar ninguna prueba de que esto sea así efectivamente. [Por Carme Junyent]
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