Eon empieza a dejar atrás el terreno minado legalmente de su opa por Endesa, pero tiene por delante todo un mar de espoletas para desactivar. Nada menos que 300.000 toneladas de armamento químico y convencional descansan en el lecho del Báltico, por donde la compañía alemana y su socia rusa, Gazprom, han acordado construir un gasoducto submarino de 1.200 kilómetros de longitud
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