Hacia el año 1908, Adolf Hitler era un joven bohemio del que nada hacía presagiar su monstruoso futuro. El que se convertiría más tarde en el líder nazi, pintaba en esas fechas una serie de acuarelas con las que intentaba ganarse la vida como joven artista callejero. Escenas de pueblos, fábricas o tierras de cultivo eran algunas de las inquietudes que Hitler tenía antes de convertirse en el Führer.
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