Extracto de la novela de Isaac Asimov titulada “El fin de la Eternidad” (1955): “…usaba una grabadora molecular fabricada en el Siglo 55. Era un cilindro delgado, de unos diez centímetros de largo por dos de diámetro, y de color castaño oscuro. Cabía fácilmente en cualquier bolsillo o en el forro del vestido, según el estilo del traje, o bien podía usarse suspendido del cinturón, de un botón o de la muñeca. De cualquier modo que se llevase, la grabadora tenía una capacidad de unos veinte millones de palabras…”
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