Una mampara, eso es lo que necesita la escuela pública, una mampara como la de los taxis entre los alumnos y el profesor. Y que los docentes estén adscritos a Interior, no a Educación. Que se reconozca la función social que les hemos encomendado de tapadillo: reducir la delincuencia juvenil, impedir que los zánganos de 16 años sin interés por la escuela se dediquen a dar hostias por la calle.
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