Pokeras al borde de un ataque de nervios, ‘chonis’ en bikini, ‘canis’ de ficción que tientan el lomo a sus progenitores y otros que hacen como que ligan entre ellos con un autobús como telón de fondo. Así es la tele. La caja tonta en el sentido literal de la palabra. La orquesta filarmónica del desatino y el estupor como sinónimo de audiencias.
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