La obra era “Monólogos de mujeres” de Rafael Mendizábal y en pleno proceso representativo por parte del grupo Teatro Braván el cura se puso a tocar las campanas de la iglesia como si hubiera fuego en el pueblo. Con esto logró que la gente mayor se levantara de sus asientos y se diese por terminada la función. Dice María Ángeles Rincón que, previamente, les habían solicitado los textos de la obra lo que les produjo a los organizadores de la IV semana cultural una sensación de “censura de los años 50”.
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