“Si los ricos tienen cortijos, los pobres también tenemos derecho a uno”. Así comenzó el desmadre urbanístico en Motril, en la costa de Granada, repleta de lo que los vecinos ya conocen como “los cortijillos”. Pero hace mucho que las construcciones dejaron de ser cortijillos para convertirse en chalets y segundas residencias de postín. Son más de 400 viviendas en la zona de Las Zorreras, que llegan a las 2.000 diseminadas en los alrededores de la ciudad de Motril. Tienen todo lo necesario para vivir: luz, agua y carretera asfaltada.
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