La llamaban la Alimaña. También, la Loba. Un personaje fascinante el de la condesa húngara Erszébet Báthory, a quien se atribuyó en el siglo XVII el asesinato de al menos 600 muchachas para bañarse en su sangre rejuvenecedora, un rastro espeluznante por el que se la condenó al emparedamiento en una estancia de su castillo de Csejthe, hoy Eslovaquia. Encerrada hasta el fin de sus días y sin derecho a desescalada.
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