La historia empezó en 2013, cuando la FIFA decidió que quería hacer una película propagandística para venderse bien antes del Mundial de Brasil, en 2014. De hecho, pretendían que se estrenase ese mismo verano, coincidiendo con el inicio del mismo, y para ello contrataron a dos guionistas necesitados de empleo: Frédéric Auburtin y Jean-Paul Delfino. Ambos eran relativamente novatos (más Delfino que Auburtin), pero ni el guionista más profesional habría sacado una obra maestra en los cuatro meses que tuvieron.
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