El acuerdo conseguido entre Reino Unido y la UE tras el Brexit no impone tarifas ni aranceles al flujo de bienes, pero sí requiere la introducción de controles fronterizos y trámites burocráticos que en la práctica están suponiendo costos extra para los negocios. Los supermercados en Reino Unido, por ejemplo, advierten sobre el incremento de costos en las exportaciones. Los sistemas de correo han cancelado parte de sus servicios y desde la industria pesquera se notifican desperdicios de productos por las trabas al comercio.
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