A su juicio, la "complejidad de la situación exige una personalidad en la cúspide de la representación política que esté a la altura de las circunstancias, un hombre inteligente, despierto, levantado, ágil, capaz", y ha añadido: "Nada sería menos conveniente que encontrar en la cima de la política a un hombre con desidia, tumbado, dormido, perezoso, indolente e indeciso".
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