Hace años que la prensa amarilla alemana recopila caricaturas insultantes de Merkel en el extranjero como argumento favorable a la canciller. La porfía en ponerle bigotines hitlerianos y en comparar la política de hoy con los horrores de la II Guerra Mundial se percibe en Alemania con estoicismo y un punto de satisfacción: el Gobierno lo achaca, con éxito, a la envidia del mal alumno hacia el primero de la clase.
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