Seguro que hubo un momento en que el pan de molde fue una revelación gastronómica, con su corazón blanco, más o menos tierno, y su dorada corteza, más o menos dura. Durante años pocos fueron los cambios de este producto: hace casi cien se inventó una máquina para cortarlo en rebanadas y hace treinta, la mayor sofisticación de este producto respondía a su tamaño: pequeño y grande. Pero en esta década, el pan de sandwich está viviendo una evolución digna de un Pokémon.
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