Mientras un bando nunca dejó de honrar a sus caídos, al otro sólo le quedaba rechinar los dientes. Cuando, hartos de apretar las mandíbulas, algunos han decidido apartar la tierra negra que cubre los huesos de los suyos, les han llovido burlas, improperios y acusaciones de “reabrir viejas heridas”. No, las llagas no se cerrarán hasta que el último hueso sea rescatado de la ignominia del barro y el olvido.
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