La cultura del narcisismo

Narciso, personaje mitológico que se enamoró de sí mismo mirando el agua de una fuente y se transformó en la flor que lleva su nombre.

"¿CUÁL ES EL IMPACTO DEL CAPITALISMO EN NUESTRA PSIQUE?

En 1979, el pensador estadounidense Christopher Lasch propuso una interpretación psicosociológica de la clase media estadounidense en su libro "La cultura del narcisismo". En él, explicaba cómo, según él, la sociedad capitalista estadounidense produce individuos con tendencias narcisistas. ¿Sigue siendo relevante hoy en día? ¿Se limita a las clases medias estadounidenses? Nos pareció que este análisis iba más allá del alcance de su estudio original. Por ello, hemos intentado redactar una breve síntesis, libremente inspirada y deliberadamente actualizada, de esta obra.

La concisión -y, por tanto, el carácter un tanto caricaturesco- de este folleto despertará sin duda cierto escepticismo. Las generalizaciones presentadas aquí merecen ser matizadas y profundizadas. ¿Quién puede describir la complejidad de cada individuo esbozando unos pocos rasgos supuestamente válidos para todos? Esta presentación no se basa en un análisis sociológico detallado de la realidad. Es sólo un intento de destacar las tendencias psicológicas que nos parecen dominantes.

Mientras lee las descripciones psicológicas que siguen, una vocecita en el fondo de su mente puede susurrar "¡ese soy yo! Seamos claros: el objetivo de este folleto no es despertar sentimientos de culpa. Ciertamente, nos pareció que las descripciones de Lasch nos invitaban a examinar lo que, en el corazón de nuestras relaciones e intimidad, en el centro de nuestras formas de pensar y nuestro inconsciente, es profundamente capitalista (o podría interpretarse como tal). De este modo, quizá provoquen en cada uno de nosotros un debate con nuestra conciencia. Pero, más allá de su enfoque psicológico, este análisis es sobre todo una crítica política: sostiene que el narcisismo no es un rasgo de la naturaleza humana sino un fenómeno social.

Por último, cabe señalar que nuestro objetivo no es exponer con todo rigor lo que piensa Christopher Lasch, ni lo que "deberíamos" pensar de lo que él piensa. En este sentido, sólo podemos aconsejarle que lea La cultura del narcisismo.

ALGUNAS DEFINICIONES COMO PREÁMBULO...

Del diccionario Petit Robert

Narciso:

1. Planta bulbosa, herbácea, monocotiledónea (Amaryllidaceae) con flores campanuladas blancas o amarillas muy perfumadas.

2. De Narciso, personaje de la mitología que se enamoró de sí mismo al mirar el agua de una fuente y se transformó en la flor que lleva su nombre.

Narcisismo:

Auto-admiración, atención exclusiva a uno mismo.

El narcisismo es un concepto que no nos proporciona un determinismo psicológico prefabricado, sino una forma de entender el efecto psicológico de los recientes cambios sociales. [...] De hecho, el narcisismo parece representar la mejor manera de soportar las tensiones y ansiedades de la vida moderna. Así, las condiciones sociales imperantes tienden a hacer aflorar los rasgos narcisistas presentes, en mayor o menor medida, en todos nosotros.

Christopher Lasch, La cultura del narcisismo

ACECHANZAS COLECTIVAS 

Los avisos de tormenta, los presagios de fatalidad y los indicios de catástrofe rondan nuestra época. El sentido de "lo que está por terminar" que dio forma a gran parte de la literatura del siglo XX se ha extendido ampliamente en el imaginario popular. 

Christopher Lasch, La cultura del narcisismo

Los fantasmas pueblan el imaginario colectivo. Favorecen la aparición del narcisismo. ¿Qué son?

El individuo occidental siente la brutalidad de la sociedad. Sabe que las injusticias son importantes, que la pobreza y la desigualdad están aumentando. Ve los mendigos en la calle, las cifras del paro. La sociedad no se le presenta como un sistema armonioso o benévolo, sino como un mundo de conflictos, con perdedores y ganadores, dominadores y dominados.

Es consciente de las amenazas que pueden asolar a la humanidad, ya sean ecológicas (virus, catástrofe nuclear, calentamiento global, etc.), sociales y/o políticas (guerra, terrorismo, superpoblación, hambruna, etc.). Estos apocalipsis son esgrimidos regularmente por los medios de comunicación. Le parece que están a la vez cerca y lejos. Cerca en el sentido de que a menudo oye hablar de ellos. Distante en el sentido de que no tiene control sobre ellos. El individuo occidental se siente abrumado. "Cada informe le presenta una nueva catástrofe, arbitraria, imprevisible, sin continuidad con el día anterior. Se siente muy pequeño ante estos gigantescos problemas. Convencido de que sus acciones diarias tendrán poco impacto, no ve cómo podría, a su nivel, cambiar nada. Sabe que su vida puede dar un vuelco en cualquier momento. No está a salvo de un accidente, un despido, una agresión, una enfermedad repentina, un sufrimiento insoportable. Morirá, y lo sabe. Cuanto más tiempo pasa, más le persigue este pensamiento. La vejez le parece un sufrimiento socialmente oculto o negado. Podría acabar en una mísera residencia de ancianos donde, cada día, la pobreza relacional se suma al sufrimiento físico.

¿Cuál es el sentido de su vida: el éxito profesional? ¿Amor perfecto? ¿Los niños? ¿Tranquilidad? El individuo occidental busca un sentido. Un profundo vacío interior le atenaza, una insatisfacción permanente, una profunda frustración. No encuentra un camino claro que seguir. Las religiones suelen parecer obsoletas o peligrosas. Este sentimiento se ve acentuado por las flagrantes contradicciones de la mayoría de quienes las practican a su alrededor. Aunque a veces intenta establecer una ética personal, le resulta muy difícil conseguirlo, lo que le hace sentirse aún más culpable. Sin embargo, sueña con convertirse en un gran sabio, tranquilo y sereno en medio de la agitación social.

Su entorno social es generalmente seco e impersonal. Puede, por supuesto, crear vínculos amistosos en su entorno, construir su "tribu benévola". Pero el comportamiento egoísta, agresivo e impersonal es su rutina diaria, en el transporte público, en las tiendas, en las carreteras, en las playas, etc. Sus relaciones profesionales también son superficiales, la mayoría de las veces enredadas en relaciones jerárquicas o interesadas. Se siente intercambiable, estresado, cansado, a la espera del paquete compensatorio de "salario y permiso remunerado".

La amenaza de los medios de comunicación

Atrapado en un flujo de información instantáneo, sobreabundante, omnipresente y caleidoscópico, el individuo se siente en medio de un carrusel que gira a su alrededor y no encuentra ningún punto fijo, ninguna continuidad: éste es el primer efecto de la información sobre él. Incluso para los grandes acontecimientos, tiene una increíble dificultad para formarse una visión precisa a través y por medio de las mil pequeñas pinceladas, variables en color, intensidad, dimensiones, que le aporta el periódico. Al día siguiente, aparece un nuevo paquete de información que requiere un nuevo ajuste que no tendrá tiempo de realizar. Como, además, la información es casi siempre del orden de un accidente, una catástrofe o una guerra, tiene la impresión de vivir en un mundo incoherente donde todo es sólo una amenaza.

Jacques Ellul, Le système technicien, ed. Le Cherche-midi, 2004

En la escuela, en el trabajo, en las tiendas, en su tiempo libre, se desenvuelve en un mundo de indiferencia, de relaciones efímeras, de relaciones comerciales. Su propio mundo familiar le parece desestructurado o destructible. ¿Quién no ha oído hablar de divorcios, de familias desgarradas, de luchas internas entre hermanos, de niños en acogida, de parejas que sufren?

El individuo occidental no tiene, en general, ninguna esperanza de cambio social o político real. Las esferas de poder parecen lejanas, desconectadas de su vida cotidiana. Percibe la "política" como un mundo de corrupción, manipulación y mentiras. No cree en ello o ya no lo hace. Su ciudadanía como supuesto "demócrata" es vacía, solicitada superficialmente para elecciones cuyos candidatos han sido seleccionados de antemano y de las que sólo tiene un vago conocimiento de los programas, o para campañas de sensibilización como las de seguridad vial, anticoncepción o tabaquismo. La legislación parece extremadamente compleja, incomprensible, y rara vez se explica. Sólo conocen de forma parcial o confusa el funcionamiento del Estado o de la Administración. Depende de los expertos para entender este mundo (abogado, jurista, ingeniero, etc.).

Todos estos pensamientos no forman un "todo" permanentemente consciente en la psique de cada individuo. Más bien, surgen de forma dispersa, en el estado semiconsciente de un tenue despertar, en las profundidades de una pesadilla, en la filigrana de una discusión, un pensamiento o un suspiro. Suele ser un sentimiento difuso, tanto en la esfera consciente como en la inconsciente. Pero este clima social sume al individuo occidental en una ansiedad sorda y latente. En el fondo, aunque no siempre sea consciente de ello, está desesperado.

Narciso está listo para nacer.

ESTRATEGIAS DE DEFENSA DE NARCISOS

La catástrofe que se avecina, que se ha convertido en una preocupación diaria, es tan común y familiar que ya nadie presta mucha atención a cómo evitarla. En su lugar, la gente se centra en estrategias de supervivencia, medidas para prolongar su propia existencia o programas para garantizar la buena salud y la tranquilidad. 

Nacido de la desesperación, Narciso buscará alivio. El ser humano no puede vivir razonablemente en ese clima de ansiedad e inseguridad. Inconscientemente, su psique pondrá en marcha toda una serie de mecanismos de defensa.

RETIRARSE AL PRESENTE

¿El futuro es amenazante, la muerte es inevitable? ¿No podemos luchar contra las amenazas personales y colectivas que penden sobre nuestras cabezas?

Mejor no pensar en ello y vivir los momentos restantes para nosotros mismos. Narciso se retira al presente, concentrando su atención en el día, la semana, el año, la próxima fiesta. Sus planes de vida rara vez superan los diez años o el plazo de una hipoteca.

Del mismo modo que Narciso evita pensar demasiado en el futuro, su pasado le interesa poco. De hecho, la única vez que estudió historia fue en la escuela. Apenas era apasionante: grandes fechas históricas, lecciones para los exámenes (entre una lección de matemáticas y otra de biología), una visión aplanada e impersonal de la Historia que, en general, evitaba abordar realmente de frente los destinos de los individuos "no famosos" (es decir, la mayoría de la población -el destino de las mujeres se oculta aún con más frecuencia-), las heridas sociales aún abiertas (Para Francia, citemos por ejemplo: La Comuna de París (1848), la Guerra de Argelia (1956-1962), el accidente nuclear de Chernóbil (1986), el genocidio de Ruanda (1994)... todos ellos acontecimientos de los que se habla muy poco en la enseñanza secundaria). Esta falta de interés por el futuro y el pasado es característica de una mentalidad de supervivencia. Narciso buscará satisfacer sus necesidades inmediatas, para acceder al alivio, aquí y ahora.

DESINTERÉS POR LA "POLÍTICA" Y EL ENTRETENIMIENTO

La sociedad inhumana, el trabajo agotador, las catástrofes amenazantes... Todos conocen la frasecita tan escuchada: "De todos modos no se puede hacer nada"; la actitud de Narciso refleja "la pérdida de toda esperanza de cambiar la sociedad, e incluso de comprenderla". No tiene ninguna esperanza real en la acción del Estado ni en la participación en el mundo político. Cuando Narcisse vota, generalmente lo hace sin mucha convicción; no se involucra en ningún partido o sindicato.

Ante la constatación de que es impotente, más vale que se divierta: pensar en sí mismo y en su familia, consolarse consumiendo multitud de artilugios o actividades de ocio renovables. ¿No ofrecen los anuncios esto todos los días?

Sin embargo, ¿por qué Narciso no saca de su insatisfacción y desesperación la energía necesaria para construir otra política, otra forma de vida, otro universo social y relacional? ¿Por qué no intenta cambiar sus condiciones de trabajo, modificar su vida?

Estos proyectos exigen mucha energía, asumir riesgos, dar un vuelco a la vida, dar un salto a lo desconocido. ¿Por qué cambiar una posición incómoda pero habitual, casi predecible, por un cambio de vida incierto, arriesgado y, por tanto, aún más angustioso? Narciso busca la posición más cómoda y tranquilizadora a corto plazo, la que aporta el alivio más inmediato. Aprende a "establecer una extraña y pacífica relación de costumbre con la catástrofe social que percibe en él y a su alrededor".

La publicidad, un potenciador del narcisismo

La publicidad es omnipresente y juega un papel fundamental en la construcción del imaginario colectivo. Alimenta la psique de Narciso. Este último extrae de él tanto su aparente júbilo como su profunda desesperación.

"En tiempos menos complejos, la publicidad se contentaba con llamar la atención sobre un producto y alabar sus ventajas. Ahora produce su propio producto: el consumidor, un ser perpetuamente insatisfecho, inquieto, ansioso y hastiado. La publicidad sirve menos para lanzar un producto que para promover el consumo como estilo de vida. Educa a las masas para que sientan un apetito insaciable, no sólo de productos, sino de nuevas experiencias y realización personal. Se promociona el consumo como un remedio universal para males familiares como la soledad, la enfermedad, la fatiga o la insatisfacción sexual. Pero al mismo tiempo crea nuevas formas de descontento, [...] utiliza y estimula el malestar de la civilización industrial. ¿Su trabajo es aburrido y sin sentido? ¿Le produce una sensación de fatiga e inutilidad? ¿Está tu vida vacía? Entonces consuma, llenará este doloroso vacío. [...]

La propaganda de la mercancía cumple una doble función. En primer lugar, afirma el consumo como alternativa a la protesta y la rebelión. [...] El trabajador cansado, en lugar de intentar cambiar las condiciones de su trabajo, busca revigorizarse renovando el marco de su existencia, mediante nuevas mercancías y servicios adicionales. En segundo lugar, la propaganda de la mercancía, o de su consumo, transforma la propia alienación en mercancía. [Promete aliviar toda la infelicidad tradicional, pero también crea, o exacerba, nuevas formas de ser infeliz: la inseguridad personal, la ansiedad sobre el propio lugar en la sociedad, la ansiedad de los padres por no poder satisfacer las necesidades de sus hijos. [...]

Aunque está al servicio del statu quo, la publicidad se ha identificado con un cambio radical de valores, una "revolución de las costumbres y la moral". [El dispositivo de promoción de masas [...] se pone del lado de la mujer (o pretende hacerlo) contra la opresión masculina, del lado del niño contra la autoridad de sus mayores. Tiene sentido, desde el punto de vista de la creación de demanda [consumo], que las mujeres fumen y beban en público, que se muevan libremente [...] La industria publicitaria fomenta así una pseudoemancipación [...] y disfraza su libertad de consumo como una auténtica autonomía. Pero si emancipa a las mujeres y a los niños de la autoridad patriarcal, es sólo para someterlos mejor al nuevo paternalismo de la publicidad, la gran industria y el Estado. Christopher Lasch, La cultura del narcisismo

SER CONSUMIDO POR EL IMPULSO DE DEVORAR

La gente se queja de que es incapaz de sentir. Buscan impresiones fuertes que reaviven sus apetitos hastiados y reaviven su carne dormida. [...] Hierven con una ira interior a la que una sociedad densa, superpoblada y burocrática puede ofrecer pocas salidas legítimas.

Christopher Lasch, La cultura del narcisismo

Los apetitos de Narciso son enormes. Busca una meta, un ideal, una obsesión que abrazar. Es el candidato ideal para las fantasías de riqueza, poder, potencia y belleza. Pero al mismo tiempo es consciente de que esos apetitos le corroen, que son la fuente de su insatisfacción permanente. En el fondo, le gustaría liberarse de esta codicia, encontrar una cierta tranquilidad, un descanso.

La indiferencia y el desapego pueden permitir a Narciso encontrar una ilusión de alivio de la tormenta interior de deseos que le devora. Esta actitud consiste en "estar ahí estando esencialmente en otra parte", tratando de preservarse de una existencia insoportable distanciándose de ella, disociando su vida de sus pensamientos. Narciso tiende a la psicosis.

Aprende a no sacar las consecuencias de sus pensamientos, a negar tanto la evidencia de su realidad social como la de su deseo de cambio profundo. Su desprendimiento, sus fases de desánimo, su inmenso cansancio dan testimonio de un creciente deseo, impalpable o episódico pero profundo, de "dejarse llevar".

También existe la opción de las sensaciones fuertes, el alcohol o las drogas, que disuelven el deseo en ardientes sensaciones de bienestar (Pero como señala François Brune en Le bonheur conforme: "Los drogadictos son vistos como marginales que huyen de la sociedad de consumo. En realidad, forman parte de su lógica profunda, son sus frutos más consecuentes. El encuentro entre el deseo de lo absoluto y la cultura hedonista produce el consumo de "paraísos" artificiales...").

REFUGIÁNDOSE EN UN CÓMODO CINISMO

El fatalismo febril sirve de telón de fondo al hedonismo a corto plazo de un individuo secretamente desesperado.

François Brune, Le Bonheur conforme, éd Gallimard, 1996

Narciso se refugia en el desapego crítico y el distanciamiento irónico. Mediante bromas, burlas y cinismo, siente que sus limitaciones y miedos son menos importantes. "De este modo, da a los demás y a sí mismo la impresión de sublimar la realidad desmitificándola, incluso cuando la cumple y hace lo que se espera de él. A través del cinismo, se siente superior, incluso si su cinismo nace de un sentimiento inconsciente de que ha sido abrumado por las limitaciones de su existencia.

Este distanciamiento irónico oculta su profundo sufrimiento. Al mismo tiempo, paraliza su deseo de transformar la sociedad. Por no hablar de la admiración que suscita quien se muestra como un conocedor de la decadencia social... Aunque el deporte de describir sin cesar, con diversos grados de complacencia, la catástrofe actual no sea más que otra forma de decir "así son las cosas". El humor actúa "no tanto para distanciarse de las propias angustias como para insinuarse en las buenas costumbres del público, para obtener su atención sin pedirle que se tome en serio al autor o a su tema".

Además, Narciso es aficionado a la autocrítica humorística. Burlarse de uno mismo es siempre encantar y desarmar a la crítica, autoanalizarse con complacencia. Mediante la mentira, el cinismo, el entretenimiento, la negación y la indiferencia, Narciso trata de acomodarse a sí mismo, de aceptar su realidad social.

Los medios de comunicación y el narcisismo

Narciso encuentra en los medios de comunicación una de las principales fuentes de su angustia y la confirmación de su impotencia:

Consumo narcisista: "¿De qué disfrutamos exactamente en el consumo de eventos? A menudo, las mismas emociones perturbadas que buscamos en la ficción: la catástrofe (que me perdona), la revuelta (que me honra), la grandeza (del héroe emblemático con el que me identifico), el suspense (¿quién va a ganar la guerra de Irak?), la compasión (temporal), el sadismo (que me halaga y que denuncio inmediatamente), en fin, todo un mundo imaginario ligado a una degustación autocomplaciente.

Una ilusión de dominio del mundo: los medios de comunicación nos dan la impresión de que el mundo gira en torno a nosotros. "Cuanto más nos atrapamos en los acontecimientos, más nos fortalecemos en la sensación de que la época existe, y de que estamos justo en el centro, en ese famoso corazón de la noticia que los periodistas persiguen como el Santo Grial.

Una ilusión de participación colectiva en el teatro del mundo: "El evento satisface nuestra necesidad de una falsa apariencia de vida democrática. Nos gana la vaga idea de que nos convierte en ciudadanos por el mero hecho de sintonizarlo, de que nos convertimos en un pueblo soberano al absorber juntos y en directo las mismas noticias (sobre todo las políticas), y de que basta con hablar de ello para alcanzar el estatus de Opinión... En definitiva, siempre que lo sigamos con asiduidad, el evento nos ofrece la ilusión de una participación colectiva bajo la apariencia de un consumo consentido.

Elogio de la evasión: la noticia es un entretenimiento que nos permite escapar de la angustia metafísica, olvidar el aburrimiento de la vida cotidiana. En el fondo se expresa "el miedo a la muerte: no la muerte como simple episodio terminal de la existencia, sino la muerte en el presente, es decir, en cada momento el final de cada momento, que es precisamente lo que la noticia conjura al traer una noticia, una renovación, en cada momento [...] siendo el acontecimiento ideal el que [...] nos hace compadecer la muerte de los demás, mientras nos hace olvidar la nuestra..." Se trata de "alejar la sensación de que perseguimos una existencia mortal a través de la ilusión de que mutamos constantemente con el cambio de los tiempos".

> Todas las citas entrecomilladas son de De l'idéologie aujourd'hui, François Brune, Parangon, 2004

Búsqueda de la autoestima

Dado que la sociedad no tiene futuro, lo normal es vivir el momento, fijar nuestra atención en nuestra propia "representación privada", conocer nuestra propia decadencia y, finalmente, cultivar un "interés trascendental por nosotros mismos".

Christopher Lasch, La cultura del narcisismo

A Narciso le gustaría que su vida fuera diferente, mitificada, grandiosa. Pero, ¿cómo puede mitificarlo sin la mirada de los demás para contemplarlo, sin un espejo para tranquilizarse? El narcisismo hace que uno sea seductor: Narciso quiere que los demás lo amen y lo admiren, que reflejen su yo grandioso. Manipulador a menudo hábil, es bueno para controlar las impresiones que da a los demás, formalizando y fingiendo comprensión, encantando más que convenciendo. Calcula sus expresiones para ver sus efectos en los demás, rastrea sus imperfecciones para mejorar su poder de impresionar. Narciso tiene la sensación de ser constantemente observado por los demás. Pero al final, obtiene pocas satisfacciones de su actuación y a menudo desprecia internamente a quienes consigue manipular. La depreciación de los que le rodean es sistemática.

Al mismo tiempo, Narciso busca constantemente a quienes irradian fama, poder y carisma. ¿Acaso no confiere importancia el hecho de estar asociado a "grandes hombres"?

Pero "Si Narciso admira a un 'ganador' y se identifica con él, es porque tiene miedo de ser clasificado como 'perdedor'. Espera reflejar algo de luz de su estrella; pero una alta proporción de envidia se mezcla con sus sentimientos, y su admiración a menudo se convierte en odio si el objeto de su apego hace algo que le recuerde su propia insignificancia."

Todo esto no le satisface. Se evalúa constantemente y duda mucho de sí mismo. Su moral es oscilante y caótica. Su desilusión es permanente, una fuente de animosidad y descontento. Narciso tiene una tendencia depresiva. Cuando se da cuenta de que puede tener que vivir sin ser famoso y morir sin que los demás se hayan dado cuenta del microscópico espacio que ocupa en este planeta, es un golpe devastador para su identidad. Narciso tiene miedo de ser uno de los "mediocres", de la gente "corriente", y desprecia interiormente a la gente "normal". Además, es aficionado a la psicología, encontrando en ella un soporte para su fantasía de omnipotencia y eterna juventud, el equivalente moderno de la salvación: "¡Encontraré la salud mental a través del psicoanálisis! Es el candidato ideal para un análisis interminable. Narciso busca así aprender a amarse a sí mismo lo suficiente como para no necesitar a los demás para ser feliz.

La salud mental, ¿el equivalente moderno de la salvación?

"Sin esperanza de mejorar su vida de forma significativa, la gente está convencida de que lo importante es mejorar su psique: sentir y experimentar plenamente sus emociones, comer adecuadamente, tomar clases de ballet o danza del vientre, sumergirse en la sabiduría de Oriente, caminar o correr, aprender a relacionarse con los demás de forma auténtica, superar el "miedo al placer". [...] Acosado por la ansiedad, la depresión, la vaga insatisfacción y la sensación de vacío interior, el "hombre psicológico" del siglo XX no busca ni su propio desarrollo ni la trascendencia espiritual, sino la paz del espíritu, en condiciones cada vez más desfavorables. [...] Acude a [los terapeutas] con la esperanza de alcanzar ese equivalente moderno de la salvación: la 'cordura'". Christopher Lasch, La cultura del narcisismo.

SENTIR UNA INCAPACIDAD RELACIONAL

Narciso anhela, pero no sabe cómo llevarse bien con los demás. Así lo demuestra su falta de curiosidad por ellos. Aunque sabe montar un espectáculo, suele ser incapaz de sentir realmente pena por los demás, incapaz de experimentar sentimientos espontáneos, incapaz de interesarse sincera y duraderamente por los demás. Sus relaciones son generalmente insatisfactorias. Narciso está profundamente desencantado con sus relaciones, convencido en el fondo de que la búsqueda del dominio marca todas las relaciones.

Sin embargo, proclama regularmente valores: amistad, amor, intimidad, libertad. Pero cuanto más los proclama, más tiende a rehuirlos. Por ejemplo, su culto a la intimidad oculta el miedo a no encontrarla nunca. Su vida interior no es un refugio. A menudo lo revela para seducir, para ser aclamado, y no duda en mentir para suscitar simpatías. "Aunque Narciso puede desenvolverse en el mundo cotidiano y a menudo encandila a quienes le rodean (una de sus mejores bazas es entregarse a las "pseudo-revelaciones de su personalidad"), su desprecio por los demás, así como su falta de curiosidad por ellos, empobrece su vida personal y refuerza la "experiencia subjetiva del vacío".

Preocupado por la dependencia y el compromiso, Narciso prefiere la "excitación emocional" y no asume la plena responsabilidad de sus asuntos. Obsesionado con el rendimiento, busca la satisfacción sexual como un fin en sí mismo, hace demandas extravagantes, consumido por sus propios apetitos. La intensidad de sus necesidades le lleva a exigir mucho a sus amigos y a sus parejas sexuales. Sin embargo, mientras se asusta por el ardor de sus propias necesidades profundas, se horroriza igualmente por las de los demás. Por ello, reprime periódicamente sus exigencias y sólo pide una relación casual sin promesa de permanencia por ninguna de las partes. Busca ser amado pero tiene miedo de amar.

"Nuestra sociedad hace cada vez más difícil que un individuo experimente una amistad profunda y duradera, un gran amor [...] las relaciones personales [...] adquieren un carácter de lucha.

Narciso lo quiere todo, ahora mismo, pero no quiere comprometerse. "Decidido a manipular las emociones de los demás mientras se protege a sí mismo del sufrimiento emocional, cada persona, como medida de seguridad, trata de parecer superficial, muestra un distanciamiento cínico, que sólo siente en parte, pero que se convierte en un hábito, y, en cualquier caso, llena de amargura las relaciones personales, aunque sólo sea a fuerza de proclamarse. Al mismo tiempo, se espera que las relaciones íntimas tengan la riqueza e intensidad de una experiencia religiosa.

Si se siente incómodo exigiendo, es porque teme que la otra persona se sienta con derecho a exigirle a él al mismo tiempo. A Narciso le resulta difícil imaginar una necesidad emocional que no busque devorar el objeto al que está apegado. Condena violentamente los celos y la posesividad, y muestra una familiaridad casual, evitando el compromiso emocional pero exigiéndolo a su pareja. Al abogar a menudo por el desprendimiento emocional como virtud, Narciso es el candidato ideal para las teorías del "amor libre". Sin embargo, tras el periodo de euforia, suele decepcionarse y sentir un profundo desapego emocional. Se queja de una incapacidad emocional para sentir nada, "más congelado por dentro, más animado por fuera".

Al mismo tiempo, Narciso anhela liberarse de su propia codicia y de su ira, lograr un tranquilo desapego más allá de toda emoción, superar su dependencia de los demás. Sueña con ser indiferente a las relaciones humanas y a la vida misma: cree que así podría aceptar su precariedad.

SIENDO A LA VEZ VÍCTIMA Y VERDUGO

Narciso tiende a proyectar las ansiedades y agresiones que recibe en todas partes: en su vida íntima, profesional o política. Reproduce el sentimiento de ser instrumentalizado mediante la instrumentalización, transponiendo la brutalidad de su vida social a su vida íntima. Todos los encuentros, incluso los más íntimos, se convierten en una oportunidad para utilizar al otro como objeto de placer o poder. Narciso suele reproducir inconscientemente en sus relaciones la explotación que siente o sufre.

La mayor parte del tiempo dominado y abrumado por los acontecimientos, aprovecha cualquier oportunidad para comportarse como un dominante. Por ejemplo, "Narciso suele tener mucho éxito en su vida profesional. Puede manipular fácilmente las impresiones personales: su dominio de sus sutilezas es una ventaja para él en las organizaciones profesionales y políticas, donde el rendimiento es menos importante que la "visibilidad", el "impulso" y un bonito "cuadro de mando". [...] El abarrotado entorno interpersonal de la burocracia moderna, en el que el trabajo está abstraído, casi totalmente divorciado de su ejecución, fomenta y a menudo premia, por su propia naturaleza, una respuesta narcisista.

Una de las características del sistema capitalista es que convierte a las víctimas en verdugos. Este estatus ambivalente contribuye a una fractura mental y a comportamientos sociales contradictorios.

Estamos demasiado desatentos, o demasiado ocupados con nosotros mismos, para mirarnos: cualquiera que haya visto máscaras, en un baile, bailando juntos de forma amistosa, y cogidos de la mano sin conocerse, para dejarse al momento siguiente, y no verse ni echarse de menos, puede formarse una idea del mundo. 

Vauvenargues, Maximes et pensées, éd du Rocher, 2003

VIVIR EN CONTRADICCIÓN

En su libro 1984, Orwell describió el "doblepensamiento", la capacidad humana de interiorizar dos afirmaciones opuestas. Esta desestructuración de los vínculos lógicos es palpable en la personalidad de Narciso. Por ejemplo:

Aboga por "la cooperación y el trabajo en equipo mientras alberga impulsos profundamente antisociales" y a menudo se encierra en actitudes de "tolerancia hostil".

Rechaza la religión, pero parece ser una criatura de la creencia, en el sentido de que delega constantemente en otros lo que debe pensar y hacer (expertos, empresas, sectas, etc.).

Es extremadamente cínico y está desilusionado con el mundo político, pero sigue votando a tal o cual partido.

Exalta el respeto a las normas, pero hace trampas siempre que puede. Se ajusta a las normas sociales "por miedo a ser castigado por los demás, pero a menudo se ve a sí mismo como un forajido y representa a los demás de esa manera".

"Es superficialmente relajado y tolerante, y no trata de imponer sus propias certezas a los demás, pero se aferra a sus posiciones si se siente atacado.

Está rebosante de deseo y rabia, pero quiere ser sociable, incoloro, sumiso.

Combina una "sensación de decadencia social" con una "utopía tecnológica". La certeza de que nos dirigimos a la ruina se combina con una creencia implícita en el progreso de la tecnología.

Podríamos multiplicar estos ejemplos, y sin duda encontraremos muchos a nuestro alrededor o dentro de nosotros mismos.

Doble pensamiento

"La desconfianza en la publicidad, sin dejar de consumir, el rechazo a la política del espectáculo, sin dejar de apasionarse por lo que allí ocurre, nos convierten en seres paradójicos. Esta difuminación ideológica, a la que la publicidad contribuye en gran medida, nos lleva a adherirnos a "certezas" cada vez más opuestas: el ideal del todo coche y la saturación de las carreteras, el triunfo de la comunicación y la expansión de las soledades, las sirenas del crecimiento económico y la marea del paro. Tenemos que creer todo y su contrario, lo que el escritor Orwell llamó en 1984 "doblepensamiento". Se trata de una verdadera fractura mental en la que todos tienen que mantener unidos los tristes datos de la experiencia cotidiana y la incesante impregnación de una ideología ambiental "positiva hasta la muerte". François Brune, De l'idéologie aujourd'hui, éd Parangon, 2004

El narcisismo como fenómeno social

De notre servitude involontaire, Alain Accardo, Agone, 2001

"Toda sociedad reproduce su cultura -sus normas, sus supuestos subyacentes, sus modos de organizar la experiencia- en el individuo, en forma de personalidad. Como decía Durkheim, la personalidad es el individuo socializado. Christopher Lasch, La cultura del narcisismo

Las ciencias sociales han sacado a la luz "el hecho fundamental de la socialización, [...] la estructuración simultánea de los agentes colectivos (grupos de todos los tamaños y estructuras) y de los agentes individuales (miembros de estos grupos) con propiedades adecuadas. Desde este punto de vista, la vieja oposición clásica individuo/sociedad se revela desprovista de todo fundamento que no sea una creencia metafísica. [Un sistema social, cualquiera que sea, existe siempre de esta doble forma: a nuestro alrededor de forma objetiva, en la abundancia de instituciones, aparatos, organizaciones, técnicas, clasificaciones, distribuciones, repartos, reglamentos, códigos, etc., y en nosotros en forma de conjuntos estructurados, más o menos coherentes y compatibles de disposiciones personales, inclinaciones, tendencias, motivaciones, habilidades y aptitudes para funcionar en dicho entorno objetivo. Para que un sistema social funcione y se reproduzca, debe existir una relativa congruencia entre las estructuras externas y las estructuras internas conformadas por la misma historia. [...] Nuestro yo se construye sobre la base de las estructuras objetivas existentes: a través de la socialización, el individuo interioriza la lógica de su funcionamiento e incorpora sus modelos y normas, en el curso de las experiencias vinculadas a su trayectoria personal. Dos sociedades diferentes, o dos períodos históricos diferentes de la misma sociedad, no pueden formar el mismo tipo de individuo. A su vez, a medida que el individuo se construye a sí mismo, tiende a volverse relativamente autónomo (a convertirse en sujeto) y a reaccionar sobre las estructuras existentes para reproducirlas y modificarlas al mismo tiempo en proporciones variables.

Este es el contenido sociológico mínimo que hay que dar a la noción de lo social, de lo contrario el análisis de los hechos sociales sólo puede empantanarse en antinomias insuperables entre un afuera sin relación con un adentro y un adentro sin relación con un afuera. [Así, cuando proclamamos nuestra hostilidad al "sistema capitalista", y todas las críticas que formulamos se dirigen exclusivamente a sus estructuras económico-políticas objetivadas, es evidente que nuestro análisis se ha quedado a medio camino y que nos hemos olvidado de interrogarnos sobre la parte interiorizada del sistema, es decir, sobre todo lo que contribuye al funcionamiento de esas estructuras, que son la causa de tantos daños a nuestro alrededor.

Por último, estas estructuras económico-políticas no podrían funcionar sin la ayuda de lo que algunos sociólogos han llamado "espíritu del capitalismo", es decir, sin la adhesión subjetiva de los individuos que compromete, más allá incluso de las ideas conscientes y de los sentimientos explícitos, los aspectos más profundos e inconscientes de sus personalidades, tal como han sido moldeados por su socialización en el sistema. [Si un sistema nos produce (o ayuda a producirnos) como miembros de tal o cual grupo en tal o cual momento, esto significa que, a través de mecanismos sobre los que todavía estamos lejos de estar claros, las determinaciones sociales que interiorizamos se convierten realmente en carne y hueso. Lo social se encarna en cada individuo, y sus determinaciones, una vez incorporadas a nuestra sustancia, desempeñan en relación con nuestro modo de estar en el mundo el mismo papel indispensable, aunque imperceptible, que desempeñan nuestros huesos y tendones en nuestra locomoción, [...], ya no se sienten como coacciones externas sino como movimientos cuyo punto de partida se encuentra en la más profunda intimidad de nuestro yo. [...]

Siempre es posible obligar a una masa de agentes sociales a obedecer recurriendo a una represión más o menos feroz. Pero un sistema basado únicamente en la coacción no sería sostenible durante mucho tiempo. Para no tener que romper cabezas continuamente, es mejor dar forma a los cuerpos y al "espíritu" que los habita de manera sostenible. Para la longevidad de un sistema, es imprescindible que quienes lo hagan funcionar estén dispuestos a hacerlo por su propia voluntad, al menos en su mayor parte. Y cuanto más espontánea sea su adhesión, cuanto menos tengan que pensar para obedecer, mejor será el sistema. [...]

Así se entiende mejor por qué considero que la crítica de un sistema capitalista no puede limitarse a los métodos tradicionales de lucha económica y política, y conformarse con cuestionar las estructuras objetivas del orden establecido (por ejemplo, el mercado incontrolado del capital financiero, o la política de privatización de los servicios públicos, o el carácter tecnocrático de la construcción europea, etc.), sino que, por principio, debe basarse en el principio del derecho a la vida. Esta vuelta reflexiva de la crítica del orden establecido a las estructuras objetivas (por ejemplo, el mercado incontrolado del capital financiero o la política de privatización de los servicios públicos o el carácter tecnocrático de la construcción europea, etc.), pero que debe, además y al mismo tiempo, cuestionar la parte que tomamos personalmente, incluso y sobre todo si no es intencional, en el "buen" funcionamiento del conjunto. Este retorno reflexivo de la crítica del sistema a sí mismo es una empresa difícil porque sólo puede ofender, a primera vista, la buena conciencia de los opositores al sistema, que generalmente creen haber hecho lo suficiente al denunciar el carácter pernicioso de las estructuras objetivas del orden capitalista rechazando su adhesión expresa a las mismas, sin sospechar siquiera en qué puede contribuir esa postura crítica, por su propio carácter parcial, al funcionamiento del sistema.

A MODO DE CONCLUSIÓN

"El tipo de revolución intelectual al que nos invita la obra de Lasch sólo puede ser muy mal recibido por el público "ilustrado", aquel que se sabe, por derecho divino, situado para siempre en el campo del Bien y de la Verdad. [...] sin duda porque para ellos, una idea no es tanto un medio de entender el mundo como un medio de calmar sus propias ansiedades. Jean-Claude Michéa, prefacio de La cultura del narcisismo

Por último, ¿quién es Narciso? ¿Es una caricatura? ¿Es una descripción de los comportamientos que a veces se detectan en nosotros y a nuestro alrededor, en diversos grados?

Sin duda habrán notado o sentido múltiples contradicciones en esta presentación, que no se presenta como una "burbuja de coherencia", sino como un cuestionamiento de lo que, en nuestras vidas íntimas y relaciones personales, parece constituir las mismas estructuras de dominación que las que criticamos a nivel político y social.

Una vez más, se trata sólo de interpretaciones de la realidad social, basadas en lo que hemos entendido de los análisis de Christopher Lasch. Esta presentación, demasiado concisa, se habría beneficiado de un examen de hasta qué punto los medios de comunicación, el sistema político actual, el trabajo, la escuela y la publicidad constituyen incentivos y salidas que crean y fomentan el narcisismo. De hecho, estamos convencidos de que el sistema actual tiene todo el interés en fomentar la "producción" de un gran número de narcisistas. Por su conformismo y cinismo, son de hecho, a corto plazo, los mejores garantes del orden establecido y de la cultura de consumo hedonista.

Dejemos la última palabra a Christopher Lasch: "[Es] criminal que los ciudadanos blancos de clase media se complazcan en examinarse a sí mismos, mientras sus compatriotas menos afortunados luchan y pasan hambre [...] Debe entenderse, sin embargo, que no es por complacencia sino por desesperación que la gente se absorbe en sí misma, y que esta desesperación no es prerrogativa sólo de la clase media. [...] El colapso de la vida personal no proviene de los tormentos espirituales reservados a los ricos, sino de la guerra de todos contra todos, que siempre ha hecho estragos en las capas más bajas de la población y que ahora se extiende al resto de la sociedad [...] [el narcisismo] se revela esencialmente como una defensa contra los impulsos agresivos más que como un amor a sí mismo."

Fuente original: Artículo tomado del excelente sitio web Renseignements Généreux (de su pdf disponible en la siguiente dirección).

FUENTE: Le Partage - 14 de junio de 2016

Traducido por Jorge Joya

Original: www.socialisme-libertaire.fr/2016/08/la-culture-du-narcissisme.html