Dos interesantes títulos se dedican este año al feminismo anarquista español. Uno, en francés, fue publicado el pasado mes de junio por Nada (París); el otro, en castellano, acaba de ser publicado por Calumnia (Mallorca). En español, ya hay varios libros sobre mujeres anarquistas, tanto testimonios individuales como estudios sobre temas colectivos. En francés, también tenemos varias obras de referencia que todavía están disponibles. Un cierto entusiasmo ha acompañado este aspecto de la lucha anarquista ibérica desde su reactivación tras la muerte de Franco.
Para entender el actual resurgimiento del feminismo anarquista español, es necesario conocer su genealogía. El muy instructivo libro de Laura Vicente Mujeres libertarias de Zaragoza. El feminismo anarquista en la Transición - abarca el periodo de la vuelta a la democracia tras la muerte de Franco: los años 1975-1982, conocidos como la "transición". El libro tiene varias virtudes, la más importante de las cuales es sin duda el relato de cómo se reconstruyó el feminismo anarquista en España, rompiendo radicalmente con la ilusión de un "anarquismo" esencialista para el que España era, en esencia, la tierra de la elección. Esta visión de la mente sigue irradiando las antologías internacionales. Hasta el punto de que España se ha convertido en un sinónimo fantasmático del anarquismo, e incluso, por comparación, en una especie de vara de medir el anarquismo en cualquier otro lugar. Estoy caricaturizando, por supuesto. Laura Vicente, que participó en este movimiento de reconstrucción, habla desde la experiencia; "teoriza su práctica" en diálogo con sus compañeros de lucha de la época. El libro se basa en un artículo publicado anteriormente en Libre Pensamiento, una revista anarquista española contemporánea. La reflexión que surge integra, por tanto, el conocimiento propio del autor y la memoria de los protagonistas de esta reconstrucción.
La salida del trauma franquista -un proceso que aún no ha concluido- no fue mágica. El exilio no sólo fue externo, sino también interno. Esta poderosa realidad subjetiva no se ha borrado hoy en día. Era muy difícil", escribe el autor, "porque el franquismo había construido un vacío de referencia. El país estaba como momificado.
Frente a la idea generalmente aceptada de que el feminismo anarquista español nació en 1936, Laura Vicente retoma la arqueología de este movimiento, que según ella comenzó hacia 1830 y se inspiró en los utopistas franceses (exactamente igual que el feminismo en Francia en la misma época). Este es un hecho tranquilizador que recorre todo el libro: hubo una porosidad internacional de movimientos sociales y pensamientos emancipatorios. Laura Vicente nos recuerda, por ejemplo, el papel preponderante que jugaron en España el librepensamiento y la masonería (consideración reconocida por otros historiadores del feminismo anarquista en España). También cita el neomaltusianismo, antecesor de la libre disposición de las mujeres sobre su cuerpo. Los cuatro pilares del anarquismo feminista son la defensa de la emancipación de la mujer, la libertad, la igualdad de género y el amor libre. Hay una larga lista de mujeres anarquistas históricas anteriores a 1936, entre ellas al menos Teresa Claramunt (1862-1931). Al menos eran internacionalistas y librepensadores, y configuraron un "feminismo obrero" (sic). Entonces, y sólo entonces, llegamos a los años 30. ¡Un siglo de movimientos sociales les precede!
La victoria de Franco condujo a la abolición de todas las leyes de la Segunda República (sobre el aborto, la anticoncepción, el divorcio), el envío de las mujeres de vuelta al hogar (Pétain también lo intentó) y la prohibición de la coeducación. Estas medidas se relajaron a partir de los años 60 (Napoleón III también había relajado sus leyes antisociales en los últimos años de su reinado). En 1965 se convocó la primera asamblea democrática de mujeres; en 1973 se fundó el Frente de Liberación de la Mujer. En 1974 se abrió el primer centro de planificación familiar en Madrid. En los últimos años del franquismo, las mujeres activistas se unieron a la lucha antifranquista. Todo esto tuvo eco en los Pirineos...
La "transición" se caracterizó por la vuelta a una legislación democrática adaptada a las normas internacionales vigentes en ese momento en materia de anticoncepción, divorcio y derecho al aborto. En 1977 surgió la primera Coordinadora Nacional de Grupos Feministas. Fue a partir de este momento cuando aparecieron las diferencias internas sobre los objetivos a alcanzar. Algunos grupos se adhirieron al proceso democrático "burgués"; otros se volcaron en frentes de lucha más ofensivos. Como en otras partes del mundo, el feminismo español es polifacético, pero aún no hemos visto el regreso de un feminismo con sensibilidad anarquista. A finales de los años 70, España atravesaba una fase de gran efervescencia feminista, regada por grandes cuestiones internacionales. El famoso juicio de las "once mujeres" en Bilbao en 1979 recordó el juicio de Bobigny en 1972 sobre el tema del aborto. El primer divorcio legal se pronunció en 1981.
El libro de Mary Nash, Women Free [1], irrumpió en la escena internacional como un cañonazo. Se publicó en Francia en 1977, dos años después de la primera edición española [2]. Así que fue una mujer irlandesa la que abrió la lata de gusanos. Al principio, y durante una década, el libro sólo interesó a las feministas de Francia. En el movimiento anarquista francés, en cambio, tuvo muy poca repercusión. En España, impulsó la creación de grupos feministas libertarios. Laura Vicente no oculta que incluso actuó como una revelación. En 1972, las mujeres españolas exiliadas en Béziers publicaron el boletín Mujeres Libres de España en el exilio. Tras la muerte de Franco, como muchos anarquistas exiliados, estas históricas "mujeres libres" se fueron a Barcelona. Entre ellos estaba Sara Berenguer (1919-2010). En su equipaje traía la documentación y la base para la reconstrucción. Los primeros grupos de mujeres libertarias se formaron a finales de los años 70 y, como en otros lugares, fueron recibidos con gran cautela por sus compañeros de la CNT, que también estaba en proceso de reconstrucción. Los últimos supervivientes de la revolución -Matilde Escuder (1913-2006), por ejemplo- vinieron a reencontrarse con la juventud. El primer número posfranquista de Mujeres Libres se publicó en Barcelona en 1977. El grupo del mismo nombre que lo publicó se extendió por toda España en otros tantos grupos locales formando una coordinación nacional.
Laura Vicente se centra en la historia de su propio grupo de mujeres libertarias en Zaragoza, fundado en 1980. El CNT de la región del Valle del Ebro se reconstituyó en 1976. Dentro de ella, las mujeres estaban al frente de las reivindicaciones relativas a la anticoncepción y el derecho al aborto. Se reforzaron los vínculos con la CNT en el exilio. Otra importante influencia internacional fue la publicación en España en 1982 de Our Bodies, Ourselves, producido en 1969 por un colectivo de mujeres de Boston. En 1980, el núcleo de mujeres libertarias de Zaragoza abandonó los locales de la CNT para unirse a los trabajadores de una empresa metalúrgica en huelga. Adoptaron oficialmente el nombre de Mujeres Libres en 1981. Según Laura Vicente, la transmisión de la herencia histórica de las Mujeres Libres de la revolución española se topó con dos grandes obstáculos: por un lado, el desinterés de las jóvenes generaciones por el pasado -ideología del borrón y cuenta nueva, en definitiva- y, por otro, el estigma del autoritarismo en el que se educaron los implicados en la reconstrucción bajo el franquismo, un autoritarismo que difícilmente les predisponía a entusiasmarse con el feminismo. Aquí cabe una incisión: en Francia -sin las secuelas de ningún franquismo "cultural"- nuestros compañeros varones experimentaron bloqueos similares en los años de fundación del movimiento femenino. En España, como en otros lugares, el concepto de opresión específica de la mujer tuvo dificultades para ser aceptado. Fue gracias a las feministas libertarias que encontró su lugar en los círculos anarquistas españoles. Para el anarquismo, nos dice Laura Vicente, el sujeto de la rebelión es la humanidad. Hablan de "humanismo integral", una idea que recuerda al "feminismo integral" de Madeleine Pelletier (1874-1939).
El libro relata con gran precisión el trabajo conceptual que se desarrolló, día a día, a través de las luchas y prácticas del feminismo libertario en la España de los años 80: la independencia, la autoestima, la sororidad, todo ello era "patrimonio" común del feminismo internacional de aquellos años. Lo que el autor, retomando una expresión de Emma Goldman, describe como "emancipación interior". También aquí se nota la influencia del feminismo internacional, y más concretamente el papel desempeñado por el libro de Elena Gianini Belotti [3]. Todo ello demuestra, por si fuera necesario, la importancia de la dinámica internacional de los movimientos y de los lazos de solidaridad que se tejieron en el feminismo de la época. En los años 80, los temas que se trataban en los grupos españoles eran muy similares a los de otros países occidentales: el trabajo de las mujeres, la educación, la sexualidad y la historia de las mujeres.
Por ello, los grupos feministas libertarios de Zaragoza, al igual que en el resto de España, optaron por la autonomía organizativa. Varios grupos: vecinales, sindicales, etc. - Varios grupos -vecinales, sindicales, etc.- decidieron finalmente fundar una coordinación municipal. Entre todas sus iniciativas (manifestaciones, huelgas, actividades culturales), me gustaría mencionar el encuentro entre las mujeres libertarias de Zaragoza y las de la Unión de Mujeres Saharauis del Polisario, un encuentro tanto más improbable cuanto que estas últimas apoyaban más la lucha colectiva de liberación nacional que la lucha específica de las mujeres, sobre todo en materia de anticoncepción.
El declive del movimiento feminista libertario fue causado, por un lado, por la distancia en el tiempo de la dictadura franquista y, por otro, por la integración institucional de algunas feministas. Como en Francia, en definitiva, a finales de los años 80. También en este caso, estamos en un ritmo internacional.
El libro de Laura Vicente es una importante contribución histórica a la comprensión del feminismo libertario en España y a las dificultades que encontró en su renacimiento.
A mediados de los años 80, Radio Libertaire creó un programa llamado "Mujeres libres", cuyo título parecía un homenaje a las feministas anarquistas de la revolución española de 1936. A partir de esta fecha, los activistas libertarios en Francia comenzaron a reapropiarse de la obra de Mary Nash, así como de la de Martha A. Ackelsberg [4]. Ackelsberg [4], que amplió este estudio fundacional. Las mujeres del exilio libertario, como Pepita Carpena (1919-2005), dieron testimonio; se organizaron celebraciones; se difundió la iconografía de la miliciana española en el frente (después de la tan de moda de la mujer argelina con pistola). Poco a poco, en el espacio de unas pocas décadas, el feminismo anarquista español se convirtió en la referencia obligada que borró todos los demás feminismos -incluidos los anarquistas- en cualquier otro lugar del mundo. A la exclusión le siguió la banalización. Finalmente, en la década de los noventa, surgió el neologismo "anarcofeminismo". Así como hubo un anarcosindicalismo, ahora habría un anarcofeminismo. No estoy seguro de que esto nos haya hecho avanzar mucho en términos de pensamiento y práctica, pero la cuestión sigue abierta para la nueva generación.
Hélène Finet, coordinadora de Libertarias: Mujeres Anarquistas Españolas, nos regaló, hace unos años, un trabajo bastante innovador sobre las mujeres anarquistas argentinas [5]. Este nuevo título es de otra índole, y tiene una clara vocación de divulgación de los conocimientos ya adquiridos sobre el anarquismo español en femenino. Aparte del artículo de Dolors Marín sobre las enfermeras de Mallorca, al que volveremos, no hay descubrimientos notables. Sin embargo, al igual que el libro de Laura Vicente, este libro es muy instructivo en ciertos aspectos. En primer lugar, ilustra el entusiasmo no disminuido y aún activo por la España anarquista de 1936 [6]. También representa un interesante avance en el estudio del feminismo contemporáneo, ya que tres contribuciones, y no las menos, están escritas por hombres. Se trata de una novedad, ya que este tipo de fantasía no existía en el movimiento feminista de los años 70. Esta apertura nos demuestra, y esto es una buena noticia a mis ojos, que el feminismo ya no es sólo una cuestión de mujeres en estos días y que esto parece ser aceptado en la representación pública colectiva. La primera contribución es de David Doillon, editor, que traza el retrato moral y la trayectoria social de Francisca Saperas (1851-1933), abuela de Antonia Fontanillas (1918-2014). Este estudio, que nos remonta a la lucha imaginaria de la población obrera española en los albores del siglo XX, refuerza el análisis de Laura Vicente (y de otras historiadoras feministas españolas) sobre la maduración del movimiento social antes de 1936, tanto en España como en otros lugares. La segunda contribución se centra en Lucía Sánchez Saornil (1895-1970), una de las fundadoras de Mujeres Libres. La conocíamos por el trabajo que Antonia Fontanillas le había dedicado, y nosotros mismos habíamos publicado, hace quince años, poemas suyos, traducidos y presentados por Dolors Marín y Guy Girard, en la revista Chimères. La autora, Guillaume Goutte, ya había publicado una primera versión de su obra en 2011, con Éditions du Monde libertaire, pero esta nueva versión permite comprender mejor la importancia de esta feminista. Por último, Joël Delhom, profesor y tercer autor masculino de este volumen, nos ofrece, al final del libro y a partir de una lectura en profundidad de la autobiografía de Ana Delso "de la supervivencia" [7] (1922), una hermosa contribución sobre el recorrido de esta mujer anarquista y sus increíbles peregrinaciones como exiliada durante la Segunda Guerra Mundial, los campos y el maquis.
Esta colección también nos ofrece un estudio metodológico que, sin ser tampoco estrictamente innovador, se pregunta qué puede ser una historia de las mujeres. En esta perspectiva, Susana Arbizu y Maelle Maugendre recurren a las fuentes del feminismo histórico: las obras fundadoras de la historia de las mujeres, en torno a Michelle Perrot, por decirlo brevemente, y las de Monique Wittig, que fue una teórica feminista de primer orden. Este es un método excelente. Para ello, los dos autores se interesan por un grupo muy famoso de anarquistas españoles, Los Solidarios, del que formaban parte cuatro mujeres de las que era imposible saber nada hasta ahora. Los intentos de los dos autores por dilucidar la situación dan lugar a dos observaciones. En primer lugar, la contribución de estas mujeres no se encuentra necesariamente en sus acciones armadas. En segundo lugar, es más bien del lado de la historia social y de sus fuentes habituales -identidad, nacimiento, ocupaciones- donde encontraremos algo que dé cuerpo al retrato de estas cuatro incógnitas de los Solidarios. Una historia social en la que no son necesariamente identificables, por decirlo simplemente, como mujeres fálicas, sino como mujeres que luchan por su emancipación individual, una tarea que no siempre es espectacular. A pesar de estas deficiencias, este estudio plantea cuestiones que siguen siendo candentes.
Otras dos contribuciones están dedicadas a la revista Mujeres Libres, publicada en Barcelona, que produjo trece números entre 1936 y 1938. El primero, de Ana Armenta-Lamant Deu, aborda el tratamiento del tema de la educación femenina en Mujeres Libres, mientras que el segundo, de Cristina Escrivá Moscardó y Rafael Maestre Marín, presenta una selección de poemas escritos por mujeres de la época. Cada uno de estos textos pone de manifiesto la singularidad de esta publicación española, que apareció en un contexto de revolución social. En cuanto a la educación de las mujeres, hay que matizar esta opinión. Este era un tema tan clásico de la época que era tan común en las publicaciones anarquistas de varios países como entre las llamadas feministas "burguesas". De hecho, hay que recordar que la cuestión de la salud de la mujer fue fundamental para las preocupaciones del neomaltusianismo y la planificación familiar, sobre todo en Estados Unidos y Gran Bretaña. Basta con leer a Francis Ronsin [8] para convencerse de ello. En cuanto a la educación de los niños, Nathalie Brémand, que la ha estudiado de cerca [9], pudo dar fe de la difusión de una gran cantidad de experimentos educativos entre 1830 y 1870, sobre todo en Francia y ciertamente en los países nórdicos. Estas observaciones demuestran que este libro, bastante interesante para un público no hispanohablante, es sin duda un poco frágil en cuanto a la inserción internacional de la problemática feminista en el conjunto del siglo XX. Estoy lejos de pensar que, aparte del período revolucionario en el que se desarrollaron algunos frentes de lucha específicos, el conjunto de temas planteados y concretados por las feministas anarquistas españolas fuera algo particularmente singular. Se pueden encontrar en todo el mundo industrial avanzado. Este punto me parece aún más importante para situar al anarquismo español de la época en una doble realidad: un anclaje evidente en la sociedad española de su tiempo y una permeabilidad a las influencias del exterior, especialmente a través de los intercambios con revolucionarios de diferentes países, lenguas y continentes.
Por último, nos gustaría centrarnos en el artículo de Dolors Marín - "Mujeres anarquistas, biografías de lucha y esperanza"- porque aporta una verdadera nota de novedad a la colección, a través del relato de una experiencia mallorquina. La isla de Mallorca sigue siendo una herida abierta en el corazón de la revolución española. Este objetivo de importancia estratégica cayó, al principio de la Guerra Civil y con la ayuda de Mussolini, en manos de Franco. Mallorca sigue siendo uno de esos lugares de España donde las fosas comunes del franquismo se han cubierto de silencio y donde la memoria republicana aún lucha por reconstituirse. Con esta aportación, Dolors Marín abre una ventana a ello. Partiendo de los relatos y evocaciones de Lola Iturbe (1902-1990) -a quien conoció- y Concha Pérez Collado (1915-2014) sobre sus compañeros de lucha desaparecidos, llegamos a este diario anónimo de una miliciana, publicado por primera vez en 1938 en Mallorca. Y aquí se revela la historia de estas enfermeras voluntarias de la Cruz Roja (en manos de Franco), que probablemente fueron torturadas y violadas, y luego fusiladas, y cuyos restos aún no han sido encontrados hasta hoy. Este estudio de Dolors Marín amplía el alcance de la historia de las mujeres españolas antifranquistas, y más concretamente de las libertarias, al precisar: "Hay que señalar que mientras algunas mujeres actuaban como soldados, otras trabajaban en los servicios auxiliares, como cocineras, lavanderas o enfermeras. Mención especial merecen los llamados "milicianos culturales" y los que se unieron a sus hijos o compañeros" (p. 200). Así podemos considerar que, aunque hubo mujeres en el frente, en todas las etapas del mismo, incluso después de que el Partido Comunista Español o los anarquistas decidieran expulsarlas, también actuaron en la retaguardia, en los despachos, en la cocina, como secretarias. Como miembros o no de la CNT o de Mujeres Libres. Esta aportación de Dolors Marín, que amplía algunos de sus estudios anteriores, es congruente con la historia general de las mujeres en la época contemporánea, que nos enseña que, visibles o no, heroínas o no, las mujeres han participado en todas las luchas por la emancipación. Y, entre ellas, las libertarias de España, tanto antes como ahora.
Estos dos títulos -que ofrecen abundantes referencias bibliográficas- contribuyen, cada uno a su manera, a popularizar esta historia en este año de aniversario de la fundación, en agosto de 1937, de la Agrupación de Mujeres Libres, que llegó a tener 20.000 socias.
Claire Auzias
Artículo publicado el 28 de septiembre de 2017 en A contretemps, bulletin de critique bibliographique :
■ Laura VICENTE
MUJERES LIBERTARIAS DE ZARAGOZA
El feminismo anarquista en la Transición
Mallorca, Calumnia edicions/Els oblidats, 2017, 120 pp.
■ Hélène FINET (coord.)
LIBERTARIAS
Mujeres anarquistas españolas
París, Nada Éditions, 2017, 256 p.
Notas:
[1] Mary Nash, Femmes libres. España 1936-1939, París, La pensée sauvage, 1977.
[2] Mary Nash, Mujeres Libres. España 1936-1939, Barcelona, Tusquets Editor, "Acracia", 1975.
[3] Elena Gianini Belotti, Du côté des petites filles, París, Éditions des femmes, 1974.
[4] Martha A. Ackelsberg, la vida será mil veces más bella. Les Mujeres Libres, les anarchistes espagnols et l'émancipation des femmes, traducido del inglés por Marianne Enckell y Alain Thévenet, Lyon, Atelier de création libertaire, 2010. Reseñado en À contretemps, n° 38, septiembre de 2010 y disponible aquí
[5] "¡Ni dios, ni jefe, ni marido!" Militantes anarquistas en Argentina (1890-1930)", en: ¡Viva la Social! Anarquistas y anarcosindicalistas en América Latina (1860-1930), París/Saint-Georges d'Oléron, Nada Éditions, Éditions Noir et Rouge, Les Éditions libertaires, colección "América libertaria", 2013, pp. 29-49.
[6] ¿Cuándo habrá libros sobre las mujeres anarquistas alemanas, suecas, británicas, italianas, etc.?
[7] Ana Delso, Trescientos hombres y yo o Impresión de una revolución, prefacio de Martha A. Ackelsberg, Éditions de la Pleine Lune, Montreal, 1989. Existe una versión española de esta autobiografía (FAL, Madrid, 1998) y una versión italiana (Zero in condotta, Milán, 2006).
[8] Francis Ronsin, La Grève des ventres. Propagande néo-malthusienne et baisse de la natalité française, XIXe-XXe siècles, París, Aubier, "Collection historique", 1980.
[9] Nathalie Brémand, Les Socialismes et l'enfance. Expérimentation et utopie (1830-1870), Rennes, PUR, 2008.
Traducido por Jorge Joya
Original: www.memoire-libertaire.org/D-un-anarchisme-espagnol-au-feminin