Maximiliana, la abuela de Jorge Terreu, no era muy amiga del móvil. "Es el perfil clásico de alguien que no se apañaba de ninguna manera y tenía el típico dispositivo de nueve dígitos. Aunque las teclas eran grandes, se liaba", apunta este zaragozano de 22 años. Ese problema fue el motor a través del que Terreu, ingeniero informático, creó Maximiliana -sí, como la abuela, de quién ha heredado el nombre-. "Se trata de un 'smartphone' que no hace falta tocarlo para hablar por llamada o videollamada, ya que se descuelga automáticamente".