Hace unos días, tomando unas cañas con unos amigos mientras hablábamos de lo humano y lo divino, uno de los temas de conversación que surgió fue el de si es mejor, económicamente hablando, tener en casa sólo la electricidad como fuente de energía o combinar ésta con el gas natural. Uno de los contertulios de barra iba a adquirir una nueva casa en breve y se planteaba este dilema.