El lamento, desgarrador y apasionado, de que la gente ya no habla en el transporte público. Todos mirando la pantallita, ninguno mirando a sus compañeros. Oh, ah. Yo, la verdad, no sé en qué mundo viven estas personas. Basta con mirar imágenes antiguas de cualquier transporte público del mundo para ver a todo el mundo parapetado tras enormes periódicos. Y hace cinco años, cuando aún no había smartphones… pues en realidad tampoco sabría decir lo que hacía la gente en el transporte público, porque siempre iba con la nariz en un libro.