Antes de nada, permíteme que te eche un capote, humilde como una rumba al lado de un aria, pero tal vez oportuna para que una parte del gentío no se alborote con tu trabajo: lo que haces no es periodismo, y con la ficción uno nunca debe enfadarse. Ya está bien de lanzarte improperios, es como chillarle a la pantalla cuando Jack Nicholson salía en El Resplandor intentando matar a la pobre Shelley Duvall. Oigan, tuiteros y espectadores, que es una película y él sólo un actor, no sean tan brutos.