Cojolapuertaymevoy, un día la amenaza de las madres se cumplió. Una… Otra… Y otra más… Un día, decenas (o quizá centenas…) de madres salieron a la calle. Su única compañía, la puerta que, en lugar de cerrar tras sus espaldas, decidieron coger. Con ella, esperaron el autobús, tomaron un taxi o simplemente caminaron y caminaron con el único propósito de alejarse de su casa, de aquel lugar donde su paciencia se había exprimido hasta la última gota.