El santuario Usubae Ryugu, en un acantilado en Tosashimizu, es visitado por pescadores que oran por abundantes pescas. Una vez al año acuden mujeres, por lo general sus esposas, para pedirselo a los dioses del mar, ofreciendoles una mirada a sus genitales. Se alinean al borde, levantan sus faldas y gritan: “¡Danos una gran pesca!”, “¡Si nos das pescado, te lo mostraremos todo!”. Antes usaban taparrabos rojos: “junto con el poder autoritativo de los genitales femeninos, se creía que sumando el rojo se desencadenaría un poder mágico aún mayor”.