Una localización casi inexpugnable en la cumbre nevada de los Alpes suizos, unas figuras que ascienden desapercibidas, camufladas en el paisaje, suspendidas en el vacío por cables de seguridad. Un robo minuciosamente planificado con ladrones altamente cualificados. Pero la realidad no siempre supera a la ficción: los asaltantes lograron un botín de apenas 500 euros.
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