Me cuenta que siempre ha estado acostumbrada a la subsistencia. “Bien entrenada”, apunta. Y nunca aceptó tener “jefes”. Como puta profesional vivió mal, regular, horrible… pero también, en algún momento, fue feliz. Esos estados del su alma (y de su cuerpo) fueron mutando, hasta encontrarla en un presente bien distinto: de puta a empresaria es su historia.
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