Tras la noche que pasó en el cementerio de San Lázaro, comenzó a sentirse mal, por lo que acudió al albergue de San Román en busca de un lugar en el que resguardarse del frío y de la lluvia. Pasó allí unos días sin siquiera pagar por su estancia, ya que Nito y Noelia, los responsables de este establecimiento, quisieron ser solidarios con ella y atenderla mientras se recuperaba sin exigirle nada a cambio.
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