Cualquiera que haya paseado una noche primaveral de luna llena por el sevillano barrio de Santa Cruz, cuyos muros, paredes y ventanas rebosan de esos pequeños diamantes blancos tan aromáticos, sabrá que su perfume va más allá de lo que uno puede esperar de una simple flor. El jazmín es anestésico y sedante; un barbitúrico disfrazado de flor. Pero hay más casos… Y todos legales, de momento.
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