Sin importar lo bien que pueda ir una relación es natural que tarde o temprano surjan desacuerdos. Racionalmente la mejor forma de resolverlo es el diálogo, pero el cerebro “bebe” un cóctel de hormonas y hace de las suyas. Y es que existe un vínculo entre el conflicto y la excitación sexual que puede explicar por qué el sexo de reconciliación a veces apetece.
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