Evidentemente muchos de ellos tuvieron que ser excepcionalmente buenos realizando cálculos de memoria, y es obvio que todos lo eran cuando se trataba de hacerlos manualmente sobre un pergamino, un papiro o una hoja de papel. No obstante muchos optaron por no perder el tiempo y contratar a alguien para que hiciera los cálculos. A estas personas se las denominaba computadoras y, según Grier, en otras circunstancias podrían haber llegado a ser científicos ellos mismos. Pero por la coyuntura del momento quedaron relegados a esa ingrata tarea.
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