Mientras que la elevada inflación y los polémicos márgenes empresariales se han convertido en el 'pan de cada día' en las economías desarrolladas, China parece estar viviendo una situación totalmente opuesta. La debilidad de la inflación -cayó a territorio negativo en abril- es el reflejo de una economía fría, que no reacciona a los estímulos del Gobierno y del banco central. Las familias ahorran en lugar de consumir, mientras que las empresas han dejado de endeudarse para invertir. Pekín está perdiendo el control.
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