Desde muy jovencito yo sabía que la espada de gala de Fernando el Católico estaba en su tumba de la Capilla Real de Granada. Por eso me extrañó, hace unos cuantos años, verla en el Pazo de Meirás (Coruña). Era evidente que se trataba de una copia exacta. Pero ¿cómo fue posible que llegara hasta allí una copia tan fiel? Franco se quiso llevar la auténtica tres semanas después de ganar la guerra civil, pero el capellán José Calvo-Flores cumplió con un juramento de cinco siglos y se la negó.
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