La Comisión Europea quiere tomar medidas para frenar lo que denomina greenwashing, que se podría traducir algo así como "blanqueo ecológico" o "ecoblanqueo". Es decir, el uso de la sostenibilidad y la lucha del cambio climático como una herramienta de marketing sin que en realidad la empresa cumpla con los estándares mínimos en materia medioambiental. En una encuesta llevada a cabo desde 2020, el Ejecutivo comunitario ha identificado que el 53,3% de las afirmaciones ambientales eran "vagas, engañosas o infundadas" y que el 40% de ellas carecían
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