Debemos irnos al 2007, cuando Britney les proporcionaba a los paparazzis más de un 20% de su facturación (cada fotografía se pagaba a un millón de euros) y un día, hasta el mondongo, se lió a dar paraguazos. Ocurrió que hasta el más desinformado a esas alturas ya sabía que la cantante atravesaba serios desequilibrios mentales que la prensa deseaba forzar llevándola a unos límites inmorales. Pero eso a muchos les dio igual y la convirtieron en la diana de todos los chistes, con una presión mediatica horrorosa.
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