Berlín inaugura su nueva terminal internacional tras 14 años de obras, tres décadas de planes e innumerables retrasos y escándalos. Las metáforas para describir lo que ha significado el fiasco monumental de la construcción del nuevo aeropuerto de Berlín abundan y no son nada halagüeñas. Retrasos, sobrecostes, inauguraciones canceladas, caos absoluto. Tardar más de dos décadas en terminarlo sepulta el mito de la eficiencia alemana. El mayor proyecto de infraestructuras de la Alemania reunificada ha acabado convertido en una chapuza mayúscula.
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