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Spiridon Louis, el vendedor de agua que ganó una olimpiada
El agua no siempre ha salido del grifo. En Atenas, a finales del siglo XIX, había que esperar la llegada del aguador para poder calmar la sed. Aquel oficio, el de recorrer las calles cargado con garrafas de un sitio para otro, fue el mejor empleo que encontró Spiridon Louis en su juventud. Poco sabía ese vendedor casi adolescente, hijo de una familia de granjeros de la barriada ateniense de Maroussi, que las exigencias de su pequeño negocio acabarían convirtiendo su cuerpo en el de un héroe deportivo nacional.
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