No creo que haya un lugar en España donde se haya entronizado al automóvil en mayor medida que en el circuito del Jarama, la historia de la competición automovilística se palpa en cada recodo y los coches siguen corriendo por su pista, siempre. Pero a pesar de los antecedentes no existía un circuito estable, “una catedral del automóvil” en nuestro país y, por tal motivo, el RACE fraguó en 1964 la intención de construir un circuito dedicado al deporte automovilístico.