La recepción del Cuerpo de Cristo exige fe profunda y pureza de corazón, y al mismo tiempo gestos inequívocos de adoración. La Iglesia Romana en el siglo 6 º distribuye la sagrada Hostia directamente en la boca, tal como se testifica en una obra del Papa Gregorio Magno. En la Edad Media los fieles comenzaron a recibir el Cuerpo de Cristo de rodillas, en una expresión más clara exteriormente de adoración. En nuestros tiempos, y ya pasaron 40 años, hay una profunda herida en el Cuerpo Místico de Cristo: la práctica de la comunión en la mano.