No hay ni cemento ni agarres artificiales en el granito. Para explicar tal curiosa situación hay que remontarse al siglo XI en el que el rey Tissa recibió un pelo de Buda de las manos de un ermitaño que le encargo la construcción de la stupa, este rey, ni corto ni perezoso, encontró la piedra debajo del mar, la transporto hasta lo alto del monte y colocando el pelo justo debajo evito el derrumbe. Leyendas a parte, es increíble ver como el Sol impacta en el dorado de la roca, mientras se escuchan los rezos de los fieles y peregrinos, canticos