Afamados científicos visitan con frecuencia Papallacta, una pequeña localidad ecuatoriana situada a unos y tres mil metros de altura en la cordillera andina, en la zona en que me atacaron y en la que los ancianos son capaces de trabajar hasta edades muy avanzadas. Lo achacan a que en alguna ocasión fueron mordidos por los desmodus rotundus, pero que al no haberles contagiado la rabia les trasmitieron sus propiedades terapéuticas. Curiosamente muchos son alérgicos al ajo, lo que aprovechó Bram Stoker a la hora de escribir su novela Drácula.