"Amurallar el propio sufrimiento es arriesgarte a que te devore desde el interior".
Frida Kahlo
En una lejana ciudad había una reina que nunca estaba bien del todo, siempre había algún pequeño detalle que le faltaba para ser completamente feliz.
Por eso, lo que más rabia le daba era ver que uno de sus sirvientes, justamente el que más años llevaba con ella, siempre estaba sonriente. De hecho, nunca lo había visto triste, todo lo contrario, pasara lo que pasara se lo tomaba con buen humor.
Un día, llevada por la curiosidad y, sobre todo, por la envidia, lo mandó llamar.
Buenos días, su majestad, dígame en qué puedo ayudarle -preguntó amablemente el sirviente.
-Verás, me gustaría que me dijeras cuál es tu secreto.
¿Mi secreto? ¿Qué secreto? -respondió confuso el sirviente.
-El secreto de tu alegría, no lo entiendo. Eres mi sirviente, te mando hacer muchas tareas diariamente y, en lugar de quejarte, siempre estás sonriendo. ¿Cuál es tu secreto? ¿Cuál es el secreto de tu felicidad?
-No hay ningún secreto, majestad. Lo que me ocurre es que lo tengo todo para ser feliz: una casa donde vivir, mi esposa, mis tres hijos y un trabajo. No siento que me falte nada, por eso estoy feliz.
-Pero no lo entiendo -contestó de nuevo la reina-. Tu casa es pequeña y vieja, seguro que hace frío en invierno y sufrís mucho calor en verano. Pasas mucho tiempo aquí y a veces apenas ves a tu familia. Debe haber algo más.
-Le prometo que no hay nada más, majestad. Sí, es cierto todo lo que usted ha dicho, mi casa es pequeña y vieja, a veces no veo a mi mujer y a mis hijos todo lo que me gustaría, pero yo siento que estoy completo.
-Está bien, vete.
Pero como la reina no estaba convencida del todo, mandó llamar a su mejor consejero. Le expuso el caso para ver qué opinaba.
-Majestad, la respuesta es muy fácil, su sirviente es tan feliz porque no ha roto el círculo de la confianza.
-¿El círculo de la confianza? ¿Qué es eso?
-Cuando un hombre confía en las personas que quiere es feliz, no necesita nada más, está completo aunque le falten cosas, pero cuando ese círculo se rompe...
-No lo entiendo.
-Si quiere, mañana mismo se lo demuestro. Eso sí, en cuanto hagamos la prueba, ese hombre dejará de ser feliz. ¿Está usted dispuesta a hacerle pagar ese precio?
-Sí, sí -respondió la reina sin dudar-, tengo que saber qué es eso del círculo de la confianza. Quiero saber por qué ese pobre hombre es más feliz que yo.
-Bien, como usted quiera. Lo único que necesitaré es que mañana ponga en una bolsa 99 monedas de oro y que alguien las lleve a su casa cuando él no esté allí. Que se la den a su mujer o a sus hijos y les digan que no la abran bajo ningún concepto hasta que él regrese.
-¿Y ya está?
-Sí, eso es todo.
La reina hizo lo que su consejero le dijo y al día siguiente cuando, por la noche, el sirviente llegó a casa...
-Han dejado esta bolsa para ti -le dijo su mujer mientras le daba un beso.
-Ah, qué bien, ¿qué hay dentro?
-No lo sé, me han dicho que era un regalo de la reina por tus años de servicio.
El hombre abrió la bolsa y sus ojos casi se le salen de la cara.
-¡Monedas de oro! ¡Muchas monedas de oro! -comenzó a gritar.
Toda la familia se sentó alrededor de una mesa y allí el hombre comenzó a contarlas. Hizo un montón de 10 monedas, y otro y otro y otro, y así hasta 10 montones, con la salvedad que en el último montón solo había 9 monedas.
-Vaya, hay 99 monedas, ¿y la que falta? -preguntó extrañado.
-No lo sé -contestó su mujer.
-No lo sabemos -contestaron sus hijos.
En ese momento el hombre comenzó a buscarla por toda la casa, tanto empeño puso que esa noche no durmió nada.
Al día siguiente, en cuanto se levantó su mujer, lo primero que hizo fue preguntarle por la moneda que faltaba.
-Pero, ¿seguro que ninguno de vosotros ha abierto la bolsa y la ha cogido?
Todos lo negaron.
-Va, mujer, confiesa, ¿has sido tú? ¿O tú, hijo mío? ¿O tú, hija mía?
Todos lo volvieron a negar.
Pero el hombre no se daba por vencido y comenzó a sospechar de todos ellos. Continuó buscando durante el resto de la semana y cada día que pasaba estaba más convencido de que alguien de su familia le estaba mintiendo.
Por esa razón, cada día iba al trabajo más cansado y de peor humor.
A partir de aquel día ya nunca fue el mismo, la desconfianza había entrado en su mente, y no solo eso, ya no algo que le faltaba: una moneda de oro.
Eloy Moreno, adaptación cuento sufí.
Cuenta una leyenda que una vez se reunieron en un lugar de la Tierra todos los sentimientos y cualidades de los hombres.
El aburrimiento no paraba de bostezar. Y al tercer bostezo, la Locura, en un intento de buscar algo divertido, les propuso:
– ¿Jugamos al escondite?
La Intriga arqueó mucho la ceja, y la Curiosidad, sin poder contenerse, preguntó: ¿Al escondite? ¿Qué es eso? ¿Cómo se juega?
– Es muy sencillo - contestó la Locura–. Yo me tapo los ojos y cuento despacio hasta mil. Mientras, vosotros os escondéis. Cuando termine de contar, empezaré a buscaros. Al primero que encuentre, ocupará mi lugar, y tendrá que contar y buscar él.
El Entusiasmo se puso contentísimo de emoción y empezó a bailar acompañado de la Euforia.
La Alegría dio tantos saltos que terminó por convencer a la Duda e incluso a la Apatía (a la que, por cierto, nunca le interesaba nada).
Pero no todos quisieron participar: la Verdad, la Soberbia y la Cobardía no quisieron jugar.
– ¿Para qué me voy a esconder? - dijo la Verdad– Si aunque me vean nunca me encuentran…
La Soberbia opinó que era un juego muy tonto, aunque en el fondo lo que le molestaba era que la idea no se le hubiese ocurrido a ella.
Y la Cobardía prefirió quedarse al margen para no arriesgarse.
– Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez…- comenzó a contar la Locura.
La primera en esconderse fue la Pereza, que como siempre, se dejó caer detrás de la primera piedra que se encontró en el camino.
La Fe subió al cielo y la Envidia se escondió tras la sombra del Triunfo, que con su propio esfuerzo había logrado subir a la copa del más alto pino.
La Generosidad casi no consigue esconderse a tiempo, porque cada sitio que encontraba, se lo cedía a alguno de sus amigos: que si un lago cristalino, ideal para la Belleza… … que el vuelo de la mariposa, lo mejor para la Voluptuosidad… una rendija de un árbol, ideal para la Timidez; y una ráfaga del viento, magnífica para la Libertad.
El Egoísmo encontró un sitio muy bueno, ventilado y cómodo, pero sólo para él.
La Mentira se escondió en el fondo de los océanos; mientras que la Pasión y el Deseo se ocultaron dentro de los volcanes. El Olvido… olvidó enseguida dónde se escondió, pero eso no es lo importante.
Cuando la Locura llegó a mil, el Amor no había encontrado todavía un lugar donde esconderse, pues todo estaba ya ocupado. Al final, en un rincón del jardín encontró un rosal lleno de espinas, y como se pudo imaginar, nadie se había ocultado allí.
– ¡Y mil! – dijo la Locura, y comenzó a buscar.
A la primera que encontró fue a la Pereza (estaba al lado de una piedra). Después escuchó a la Fe hablando acaloradamente con Dios en el cielo sobre teología. ¡Encontrada! Y a la Pasión y el Deseo los sintió en el vibrar de los volcanes.
En un descuido encontró al Triunfo y, claro, pudo enseguida deducir dónde estaba la Envidia.
Al Egoísmo no tuvo ni qué buscarlo, porque salió disparado de su escondite, que resultó ser un nido de avispas.
La Locura, de tanto caminar, sintió sed y al acercarse al lago descubrió a la Belleza, y con la Duda resultó más fácil todavía, pues la encontró sentada en una cerca sin decidir de qué lado esconderse.
Así fue encontrando la Locura a todos.
Al Talento entre la hierba fresca, a la Angustia en una oscura cueva, a la Mentira detrás del arco iris… (¡mentira!, ella se ocultó en el fondo del océano) y hasta al Olvido, que ya no se acordaba que estaban jugando al escondite.
Pero al Amor, al Amor no lo pudo encontrar por ninguna parte. La Locura buscó detrás de cada árbol, en cada arroyuelo del planeta, en la cima de las montañas…, y cuando estaba a punto de darse por vencida, divisó un rosal con bellas rosas rojas que lo adornaban.
La Locura se acercó a él, y con poco cuidado comenzó a mover sus ramas pues por ser loca no tenía miedo a las espinas. Cuando de pronto, un doloroso grito se escuchó: las espinas habían herido los ojos del Amor. La Locura no sabía qué hacer para disculparse. Lloró, imploró, pidió perdón y hasta prometió ser su lazarillo.
Desde entonces, desde que por primera vez se jugó al escondite en la Tierra, el Amor es ciego y la Locura siempre lo acompaña.
“Cuando creíamos que teníamos todas las respuestas, de pronto cambiaron todas las preguntas…”
Atribuida a Mario Benedetti
"El miedo también excluye la dignidad, la generosidad, el sentido de la justicia, y llega incluso a perjudicar la inteligencia, porque altera la percepción de la realidad y alarga las sombras de todas las cosas. Las personas cobardes tienen miedo hasta de sí mismas".
Almudena Grandes
Dedicado a los responsables de este lugar.
"Ningún hombre tiene que desesperarse pensando que no obtendrá conversos para la causa más extravagante si tiene el arte suficiente para representarla con colores favorables."
David Hume.
"Hemos hecho un trabajo tan pésimo en lo que respecta a administrar nuestro planeta que deberíamos tener mucho cuidado antes de intentar administrar otros".
Carl Sagan
“Casi todos nosotros buscamos la paz y libertad; pero pocos de nosotros tenemos el entusiasmo para tener los pensamientos, sentimientos y acciones que llevan a la paz y felicidad”.
Aldous Huxley
"Soy joven, tengo veinte años, pero no conozco de la vida más que la desesperación, el miedo, la muerte y el tránsito de una existencia llena de la más absurda superficialidad a un abismo de dolor. Veo a los pueblos lanzarse unos contra otros y matarse sin rechistar, ignorantes, enloquecidos, dóciles, inocentes. Veo a los más ilustres cerebros del mundo inventar armas y frases para hacer posible todo eso durante más tiempo y con más refinamiento. .
(...)
El desasosiego se convertía en irrremediable herida y la masacre de las trincheras se transformaba en masacre de las conciencias. "
Erich Maria Remarque
"Comprendí que las lágrimas no podrían hacer que alguien que había muerto volviera a vivir. También aprendí otra cosa sobre las lágrimas, con ellas no puedes hacer que alguien que ya no te quiere vuelva a quererte.
Lo mismo ocurre con las oraciones.
Me pregunto, qué porcentaje de su vida desperdicia la gente llorando y rezando a Dios para que cosas que han pasado no hubiesen pasado.”
Matthew Ryan Hoge
"Me pregunté si una de las razones para viajar a lugares remotos no será buscar el encuentro con paisajes que imaginamos al dormir o al leer libros bellos y que, al verlos, nos resultan familiares".
"Hemos trabajado mucho para saquear nuestro país"
"Siempre hay alguien o algo esperando por ti,
algo más fuerte, más inteligente, más amable,
más duradero, algo más grande, algo mejor."
Una mañana de invierno, un hombre que salía a pasear cada día por la playa, se sorprendió al ver miles de estrellas de mar sobre la arena, prácticamente estaba cubierta toda la orilla.
Se entristeció al observar el gran desastre, pues sabía que esas estrellas apenas podían vivir unos minutos fuera del agua.
Resignado, comenzó a caminar con cuidado de no pisarlas, pensando en lo fugaz que es la vida, en lo rápido que puede acabar todo.
A los pocos minutos, distinguió a lo lejos una pequeña figura que se movía velozmente entre la arena y el agua. En un principio pensó que podía tratarse de algún pequeño animal, pero al aproximarse descubrió que, en realidad, era una niña que no paraba de correr de un lado para otro: de la orilla a la arena, de la arena a la orilla.
El hombre decidió acercarse un poco más para investigar qué ocurría:
-Hola -saludó.
-Hola -le respondió la niña.
-¿Qué haces corriendo de aquí para allá? -le preguntó con curiosidad.
La niña se detuvo durante unos instantes, cogió aire y le miró a los ojos.
-¿No lo ves? -contestó sorprendida-. Estoy devolviendo las estrellas al mar para que nose mueran.
El hombre asintió con lástima.
-Sí, ya lo veo, pero no te das cuenta de que hay miles de estrellas en la arena, por muy rápido que vayas jamás podrás salvarlas a todas… tu esfuerzo no tiene sentido.
La niña se agachó, cogió una estrella que estaba a sus pies y la lanzó con fuerza al mar.
-Para esta sí que ha tenido sentido.
Eloy Moreno, adaptación cuento sufí
Un anciano indio describió una vez sus conflictos interiores:
— Dentro de mí existen dos cachorros. Uno de ellos es cruel y malo, y el otro es bueno y dócil. Los dos están siempre luchando...
Entonces le preguntaron cuál de ellos era el que acabaría ganando.
El sabio indio guardó silencio un instante y después respondió:
— Aquel a quien yo alimente mejor.
Cuento hindú
Sólo los cobardes son valientes con sus mujeres.
José Hernández(1834-1886) Periodista y poeta argentino.
Palabras de Carataco, líder britano, al contemplar Roma. Dión Casio, Historia romana.
Un hombre paseaba por la selva cuando, de pronto, bajo sus pies, comenzó a moverse el suelo.
En ese momento se dio cuenta de que había pisado arenas movedizas. En un principio intentó saltar, moverse rápidamente para escapar de allí, pero con cada movimiento que realizaba lo único que conseguía era hundirse aún más.
Finalmente, tras ver que era inútil su esfuerzo, dejó de luchar y comenzó a observar tranquilamente cómo le desaparecían las rodillas, luego los muslos, a los minutos la cintura...
Y así continuó hasta que, tras varias horas, la arena comenzó a taparle la boca.
Fue en ese momento cuando comenzó a ponerse nervioso y a gritar pidiendo ayuda.
-¡Socorro! ¡Socorro! -gritaba cada vez más fuerte- ¡Socorro!
Afortunadamente, a los pocos minutos, apareció un pastor que estaba por la zona.
Al verlo buscó rápidamente una rama para ofrecérsela y poder sacarlo de allí.
El hombre que se estaba ahogando agarró un extremo de la rama, pero no hizo el esfuerzo necesario para salir del todo. Cuando consiguió sacar la mitad de su cuerpo y la arena le llegaba por la cintura, soltó la rama.
-¡Pero venga! -gritó el pastor- ¡Vuelva a coger la rama y salga de una vez!
-No, no me hace falta salir, aquí estoy bien, tan solo quería poder respirar.
Cuento zen
"Buscad la belleza, es la única protesta que merece la pena en este asqueroso mundo."
En una clase, una maestra estaba hablando sobre varias emociones de los seres humanos cuando llegó al tema de la preocupación.
-Mirad, a veces, una preocupación que en principio es pequeña la vamos haciendo más y más grande porque la mantenemos en el tiempo, porque no hacemos nada para olvidarnos de ella, y esto hace que nos sintamos cada vez más tristes.
En ese momento una niña levantó la mano.
-Maestra, ¿cómo es posible que una pequeña preocupación crezca por mantenerla en el tiempo? ¿No sería de todas formas la misma preocupación, aunque dure una semana o un día? No entiendo por qué crece.
-Muy buena pregunta, ahora mismo vuelvo y os lo explico mejor -le respondió la maestra mientras salía del aula.
A los pocos minutos regresó con un vaso de agua medio lleno.
Todos los alumnos pensaban que iba a hacer la típica pregunta sobre si el vaso estaba medio lleno o medio vacío, pero no fue así.
La maestra señaló a la niña que había hecho la pregunta y le dijo que saliera a la pizarra.
-Ven, coge este vaso con tu mano y ponlo delante de ti, con el brazo extendido. ¿Cuánto dirías que pesa?
-Pues unos 200 gramos, maestra.
-Perfecto, más o menos. Y tú crees que si yo no meto nada más en el vaso su peso va a aumentar.
-No, maestra, siempre pesará lo mismo -decía mientras mantenía el vaso en la mano con el brazo extendido.
-¿Estás segura?
-Sí, claro.
-Bueno, pues esperemos un minuto más en esta posición, a ver qué tal, no te muevas.
Conforme pasaba el tiempo a la niña le temblaba cada vez más el brazo, hasta que, finalmente, a causa del dolor, tuvo que dejar el vaso en la mesa.
Cuento zen
Los que dejan al rey errar a sabiendas, merecen pena como traidores.
Alfonso X
“La publicidad hace que compren ropas y coches que no necesitan. Generaciones y generaciones han desempeñado trabajos que odiaban para poder comprar cosas que en realidad no necesitan.”
Chuck Palahniuk, “El club de la lucha” (1996)
menéame