"Cuando la gente me pregunta si la división entre partidos de derecha y partidos de izquierda, sobre hombres de derecha y hombres de izquierda, todavía tiene sentido, lo primero que me viene a la mente es que la persona que hace la pregunta ciertamente no es un hombre de izquierda."
Alain Chartier (1868-1951).
¡Qué consuelo, qué indecible consuelo es sentirse uno seguro con otra persona; no tener que pesar las ideas ni medir las palabras, sino poder derramarlas todas tales como surgen, la paja junto con el grano, sabiendo que una mano fiel las tomará y separará, conservando lo que vale la pena y luego, con un soplo de benevolencia, esparciendo el resto al viento!
George Eliot
“No es signo de buena salud el estar bien adaptado a una sociedad profundamente enferma”.
“Si las matemáticas y la ciencia tomaran el lugar de la religión y la superstición en la escuela y en los medios, el mundo se convertiría en un lugar sensato y la vida sería más digna de ser vivida. Que cada uno aporte por lo tanto su contribución, grande o pequeña, de modo que suceda esto, para mayor gloria del Espíritu humano”.
Los coches no vuelan, no se ha colonizado Marte, las máquinas (aún) no sueñan por nosotros… no es el futuro que imaginé de niño.
En efecto, en este futuro sigue habiendo crisis de refugiados, guerras, hambrunas, desigualdad, calentamiento global, nos falta sitio para esconder tanta basura como producimos y seguimos dependiendo del petróleo como fuente de energía. ¿Qué clase de futuro era este?
Desde luego no es el futuro que presagiaba el abuelete Kubrick en “2001, una odisea espacial” allá por 1968. El futuro de hoy es una edición aún más cruel de la versión neoliberal del capitalismo, donde el éxito de unos se sustenta en la desgracia de otros.
Pero es lo que tiene la ciencia-ficción que, pasado el tiempo, te das cuenta de lo poco que aprendemos de nuestros errores.
Pepe Pettenghi.
Se cuenta que una noche, de pronto, sin razón aparente, un cuervo comenzó a perseguir a una luciérnaga.
Esta comenzó a volar muy rápido para poder huir del pájaro y así estuvo un día entero. A la noche siguiente, el cuervo comenzó de nuevo a perseguirla con la intención de atacarla. Y de nuevo la luciérnaga consiguió huir.
Pero a la tercera noche, cuando el cuervo volvió a perseguirla, la pobre luciérnaga, completamente agotada, se rindió y dejó que el pájaro la alcanzara.
Cuando este ya estaba a punto de acabar con ella, la luciérnaga le dijo:
-¿Puedo hacerte tres preguntas antes de morir?
-Bueno, no suelo conceder este tipo de deseos a nadie, pero como te voy a devorar puedes preguntar -contestó el cuervo.
-Entonces dime, ¿pertenezco a tu cadena alimenticia?
-No, claro que no -contestó el cuervo.
-¿Te he hecho algo para que me ataques de esa forma?
-No -contestó de nuevo el cuervo.
-Entonces... ¿por qué quieres acabar conmigo?
-Porque no soporto verte brillar.
Cuento de Esopo
Loco: afectado por algún grado de independencia intelectual; disconforme con las normas convencionales que rigen el pensamiento, el lenguaje y la acción, normas éstas que los "cuerdos" o "conformes" produjeron tomándose como medida a sí mismos. Que discrepa con la mayoría; en resumen, extraordinario.
“Admitir a las mujeres en perfecta igualdad, sería la señal más segura de civilización y duplicaría las fuerzas intelectuales del género humano”.
Stendhal
"De cuantas cosas me cansan, fácilmente me defiendo; pero no puedo guardarme de los peligros de un necio". Lope de Vega, A mis soledades voy
“Vivimos en un mundo al que le ha importado más la utilidad que el sentido de la existencia, la envoltura que los contenidos, la apariencia antes que la sinceridad de ser lo que se es.”
Laura Esquivel, “El libro de las emociones” (2000)
Supongamos que 2 + 2 = 5. Restemos 3 de cada uno de los miembros de la identidad; obtenemos 1 = 2. Por simple simetría, 1 = 2 implica que 2 = 1. Ahora, dado que el Papa y yo somos dos personas distintas, y dado que 2 = 1, el Papa y yo somos uno. Como resultado de ello, yo soy el Papa.
Bertrand Russell
Un hombre que se hacía llamar a sí mismo “El Todopoderoso”, avanzaba con un gran ejercito destrozando y conquistando todas las ciudades que encontraba a su paso.
Cuando llegaba a una nueva población, no tenía piedad y derrumbaba las casas, haciendo huir a sus habitantes y robando todo lo valioso.
Pero un día llegó a una pequeña aldea en la que solo encontró a diez monjes meditando al aire libre. Lo extraño es que ninguno de ellos huyó, todos permanecieron en silencio observando cómo aquellos hombres derruían sus pequeñas casas.
“El Todopoderoso”, al darse cuenta de que su ejército no asustaba a los monjes, se dirigió al que parecía el líder.
-¡Insensato! -le gritó- ¿Qué haces aún aquí?¿No ves que tengo el poder de hacer con vosotros lo que quiera? ¿Por qué no huís?
-En realidad no veo nada en ti que te haga tan poderoso -contestó el monje.
-¡Esa insolencia te va a costar la vida! ¡Ahora verás lo poderoso que soy! -contestó el guerrero mientras desenvainaba su espada.
-De acuerdo, pero déjame pedirte una última cosa antes de que acabes con mi vida.
-¡Dime!
-¿Podrías darme una de las ramas de este árbol que me hace sombra?
El guerrero alzó su espada y, de un golpe, rompió una de las ramas. Esta cayó al suelo, justo al lado del monje.
-Ahí la tienes, ¿algo más?
-Bueno sí, una última cosa, ¿podrías dejar la rama en el mismo lugar en el que estaba?
-¿Qué? -contestó riendo el general- ¡Te has vuelto loco, eso es imposible!
-Ah, entonces no eres tan poderoso. Lo que tú haces: destrozar, eso lo puede hacer cualquiera, incluso un niño pequeño sabe destrozar las cosas, en cambio para poder crear algo hay que tener mucho poder.
Cuento Zen
"Soy un raro. No puedo soportar al ser humano en su estado actual, he de ser engañado. Los psiquiatras deben tener un término para designar eso, yo también lo tengo para los psiquiatras".
Atribuida a Charles Bukowski
Cuenta una leyenda, que un día la verdad y la mentira se cruzaron:
– Buenos días -dijo la mentira.
– Buenos días -contestó la verdad.
– Hermoso día -dijo la mentira.
Y la verdad, miró al cielo y oteó el horizonte para ver si era verdad… Y sí, lo era.
– Hermoso día -contestó entonces la verdad.
– Aún más hermoso está hoy el lago -dijo la mentira.
Y la verdad, miró y requetemiró al lago para convencerse de que era verdad… Y sí, lo era.
– Cierto, está más bonito -dijo entonces la verdad.
Y la mentira, corriendo hacia el agua, dijo:
– ¡Vayamos al agua a nadar! ¡El agua está mucho más hermosa!
La verdad se acercó con prudencia al agua, la tocó con la yema de los dedos, vio que sí, el agua estaba más hermosa, y decidió creer a la mentira y seguirla.
Ambas se quitaron la ropa y se lanzaron al agua.
La verdad y la mentira estuvieron nadando un buen rato, muy a gusto, hasta que la mentira salió y se puso la ropa de la verdad.
La verdad, incapaz de ponerse la ropa de la mentira, comenzó a caminar desnuda por la calle y todos se horrorizaron de verla.
Así es cómo, desde entonces, la mayoría de personas prefieren ver la mentira disfrazada de verdad, que la verdad al desnudo.
“He tenido miles de problemas en mi vida. La mayoría de ellos nunca sucedieron en realidad”
Dos amigos se reunieron para comer y antes uno de ellos pasó por el quiosco a comprar el periódico. Este saludo amablemente al vendedor. El quiosquero, en cambio respondió con malos modales y muy desconsiderado le lanzó el periódico de mala manera. El comprador en cambio sonrió amablemente y pausadamente deseo al quiosquero que pasará un buen día, dándole las gracias por su servicio.
Los dos amigos continuaron el camino y cuando ya estaban alejados del quiosco, el otro amigo le dijo:
– Oye, ¿este hombre siempre te trata así?
– Si, por desgracia – le dijo el amigo.
– ¿Y tú siempre te muestras con él tan educado y amable?
– Si, así es.
– Y, ¿me quieres decir, por qué tú eres tan amable con él, cuando él es tan antipático contigo?
El amigo le contestó:
– Es bien fácil. No quiero que sea él quien decida como me he de comportar yo.
"La cadena es tan fuerte como su eslabón más débil, porque si eso falla, la cadena falla y el objeto que ha estado sosteniendo cae al suelo".
Thomas Reid, Ensayos sobre los poderes intelectuales del hombre (1786)
"La guerra no es una aventura. Es una enfermedad".
Antoine de Saint-Exupéry
“Juez que ha sido delincuente, ¡qué fácilmente perdona!”
Pedro Calderón de la Barca
“No hagas con el amor lo que un niño con un globo: que al tenerlo lo ignora y al perderlo llora”.
Pablo Neruda
“Comprendí que las lágrimas no podrían hacer que alguien que había muerto volviera a vivir. También aprendí otra cosa sobre las lágrimas, con ellas no puedes hacer que alguien que ya no te quiere vuelva a quererte.
Lo mismo ocurre con las oraciones.
Me pregunto, qué porcentaje de su vida desperdicia la gente llorando y rezando a Dios para que cosas que han pasado no hubiesen pasado.”
Matthew Ryan Hoge, “El mundo de Leland” (2003)
Eduardo Galeano
Tirarle el hueso al perro no es caridad. Caridad es compartir el hueso con el perro cuando se está tan hambriento como él.
Ben Graham, mi amigo y maestro, describió hace mucho tiempo la actitud mental hacia las fluctuaciones del mercado que creo que es la más propicia para tener éxito con la inversión. Dijo que deberías imaginarte las cotizaciones del mercado como si provinieran de un tipo extraordinariamente complaciente llamado Sr. Mercado, que es tu socio en un negocio no cotizado. Sin falta, el Sr. Mercado aparece todos los días y te dice un precio al cual te compraría tus acciones o te vendería las suyas.
A pesar de que el negocio que vosotros tenéis puede tener características económicas estables, las cotizaciones del Sr. Mercado serán todo lo contrario. Porque, lamentablemente, el pobre hombre tiene problemas emocionales incurables. A veces se siente eufórico y solo puede ver los factores favorables que afectan el negocio. Cuando está de ese humor, te ofrecerá un precio de compra muy alto porque teme que le robes los beneficios inminentes. En otras ocasiones está deprimido y no ve más que problemas por delante tanto para el negocio como para el mundo. En estas ocasiones, te ofrecerá un precio de venta muy bajo, porque teme que le endoses todas tus acciones.
El Sr. Mercado tiene otra característica entrañable: no le importa que lo ignoren. Si su precio de hoy no te interesa, volverá con otro nuevo mañana. Las transacciones son estrictamente a tu elección. Por ello, cuanto más maníaco-depresivo sea su comportamiento, mejor para ti.
Pero, como Cenicienta en el baile, debes prestar atención a una advertencia o todo se convertirá en calabazas y ratones: el Sr. Mercado está para servirte, no para guiarte. Es su bolsillo, no su sabiduría, lo que te será útil. Si aparece algún día de un humor particularmente tonto, puedes ignorarlo o aprovecharte de él, pero será desastroso si caes bajo su influencia. De hecho, si no estás seguro de comprender y valorar tu negocio mucho mejor que el Sr. Mercado, no participes en el juego. Como dicen en el poker, "Si has estado jugando media hora y no sabes quién es el pardillo, el pardillo eres tú".
[…]
Siguiendo las enseñanzas de Ben, Charlie y yo dejamos que nuestras acciones nos digan por sus resultados operativos, no por sus cotizaciones de precios diarias, ni siquiera anuales, si nuestras inversiones son exitosas. El mercado puede ignorar el éxito comercial por un tiempo, pero eventualmente lo confirmará. Como dijo Ben: “A corto plazo, el mercado es una máquina de votar, pero a largo plazo es una máquina de pesar”. Además, la velocidad a la que se reconoce el éxito de una empresa no es tan importante siempre que el valor intrínseco de la empresa aumente a un ritmo satisfactorio. De hecho, el reconocimiento tardío puede ser una ventaja: puede darnos la oportunidad de comprar más de algo bueno a un precio de ganga.
En la corte real tuvo lugar un fastuoso banquete. Todo se había dispuesto de tal manera que cada persona se sentaba a la mesa de acuerdo con su rango.
Todavía no había llegado el monarca al banquete, cuando apareció un ermitaño muy pobremente vestido y al que todos tomaron por un pordiosero.
Sin vacilar un instante, el ermitaño se sentó en el lugar de mayor importancia.
Este insólito comportamiento indignó al primer ministro, quien, ásperamente, le preguntó:
– ¿Acaso eres un visir?
– Mi rango es superior al de visir – repuso el ermitaño.
– ¿Acaso eres un primer ministro?
– Mi rango es superior al de primer ministro.
Enfurecido, el primer ministro inquirió:
– ¿Acaso eres el mismo rey?
– Mi rango es superior al del rey.
– ¿Acaso eres Dios? -preguntó mordazmente el primer ministro.
– Mi rango es superior al de Dios.
Fuera de sí, el primer ministro vociferó:
– ¡Nada es superior a Dios!
Y el ermitaño dijo con mucha calma:
– Ahora sabes mi identidad. Esa nada, soy yo.
Cuento sufí
menéame